Editorial

Gómez Claudio por Comisión Directiva · comisiondirectiva@efla.com.ar

Nos complace, como escuela, estar ante un nuevo número de la Revista Moebiana. En esta ocasión se trata del número 74, que lleva por título “Qué vigencia del término NARCISISMO en la práctica psicoanalítica”.
Quien se disponga a leer esta “Moebiana” -como nos gusta llamarla en los pasillos de la efla- se encontrará con la puesta en acto de un trabajo conjunto de la escuela.
El dispositivo que arroja como producto aquello que se da a leer en esta oportunidad, se “activa” con la convocatoria del Cartel de Publicaciones a todos los miembros de la efla. De esta forma nos disponemos a la escritura.
El trabajo de escuela y la escritura, componentes nodales de nuestra formación analítica, implican producir una resta en el “Narcisismo majestuoso” de cada quien para resguardar así el nombre propio y permitir que, a su vez, se esté en relación a algunos otros.
Producir una resta en esa majestuosidad del Narcisismo del que nos hablara Freud, permite que surja un resto vivo no absorbido ni por la imagen ni por el sentido, es decir ni por lo imaginario ni por lo simbólico. Ese resto vivo hace de causa y hace del psicoanálisis una praxis conducida a partir del deseo del analista. Condición para alojar lo singular de cada sujeto.
Si algo se puede esperar del practicante del psicoanálisis es justamente esa relación paradojal con el Narcisismo. De esta forma el Narcisismo se presenta, para el psicoanálisis, como estructural y estructurante del psiquismo, fundamento de la constitución del sujeto y del cuerpo erógeno que, con la operatoria de la castración, se instaura ese resto vivo que no queda capturado por la imagen.
Por lo tanto, para adentrarnos en la formalización de la experiencia analítica a la que invita esta Moebiana, los invitamos a leer los escritos de Jesúan Agrazar; Sandra Alderete; Tomas García; Silvina Naveiro; Laura Skliar; Silvana Tagliaferro y Laura Vellio. Cada uno y cada una desde su singularidad convergen desde distintos lugares en cuestiones centrales de esta noción de Narcisismo que, delimita, aquello que entendemos como cuerpo, sujeto y objeto a.
Se puede leer en esta revista, la serie de la propia conceptualización de la práctica clínica, apoyada tanto en Freud como en Lacan, pero, principalmente, puede leerse cómo resuena en esos escritos el trabajo de escuela.
En la sección “Diálogos” nos encontramos con una pregunta: “¿Qué podrías decirnos de las presentaciones clínicas donde dificultades relacionadas al yo, la imagen y/o el cuerpo vehiculizan la consulta?”
Pregunta que convoca a Walter Echeveste, Miembro Fundador y director de la Escuela Freudiana de Mar del Plata; Liliana Donzis, Miembro de la Escuela Freudiana de Buenos Aires (AE y AME) y Fundadora de Reuniones de Psicoanálisis Zona Sur; y a María Virginia Nucciarone, Miembro Fundadora de la efla (AME); a trazar las posibilidades y los obstáculos con los que nos encontramos en torno al Narcisismo y sus presentaciones en nuestro quehacer clínico.
En la sección “Prácticas de escuela” encontramos dos escritos presentados en la Convergencia. Movimiento Lacaniano por el Psicoanálisis Freudiano.
Uno de ellos se denomina: “El lazo con el otro, su ruptura y la apuesta por la palabra”. El cual ha sido presentado en la Jornada CERAU 2024 (Comisión de Enlace Regional de Argentina y Uruguay) realizada en la Ciudad de Montevideo, Uruguay.
El otro escrito se ha ubicado bajo el título “Malestar, Castración, Alteridad … una apuesta al sujeto” y ha sido presentado en el Coloquio Internacional de París de este año 2025.
Ambos textos representan el espíritu de trabajo de la escuela, ya que se realizan a partir de la convocatoria a los miembros a iniciar una labor conjunta para que dichos escritos se produzcan.
Lo cual implica que, en un segundo tiempo, al menos uno de los miembros se descuente del conjunto para pulir y volcar en un texto lo trabajado en los diversos encuentros.
Por último, y ya en un tercer tiempo, quien se ha dispuesto a realizar la escritura, presta también su voz en representación del conjunto para brindar la lectura del escrito producido en las distintas Jornadas o Coloquios de la Convergencia. Un movimiento que nos anuda como escuela a algunos otros y una apuesta al lazo entre analistas desde la formalización de la práctica a partir de aquello a lo que la Convergencia nos convoca.
Eso que nos causa y nos convoca puede encontrarlo el lector también en la sección “Trabajo de Escuela”, ahí donde los Espacios de dirección dan cuenta de lo realizado sobre los diversos temas que nos reúnen a los miembros en los dispositivos de Cartel, Espacios y Secretarías. Son distintas modalidades de enlace para abordar cuestiones que son cruciales para el funcionamiento de la efla, ya que allí se delimitan obstáculos, posibilidades e interrogantes que surgen del estar atravesados por dicho funcionamiento.
Nos dejamos tomar entonces por esta revista Moebiana número 74 y por lo que ahí ha de circular.
Los esperamos en la escuela para compartir las distintas actividades que encontrarán en la agenda y prepararnos también para lo que será, el Coloquio CERAU del 12 y 13 de septiembre a realizarse en nuestra querida San Miguel de Tucumán bajo el título: “Modalidades actuales del lazo social: ¿Qué lugar para el sujeto del inconsciente?”

Convocatoria

Imagen convocatoria
Fotografía: Cuerpos danzantes de Carolina Gamaler

Narcisismo, subversión y lazo social

por Jesuán Agrazar · jesuagrazar@hotmail.com

En Introducción del narcisismo, Freud (1914/2012) extrae el término «narcisismo» de la psicopatología de la época hasta formular aquella célebre frase: “His Majesty the Baby”, acompañada de la aclaración “como una vez nos creímos” (p. 88). Así, el narcisismo pudo formar parte del desarrollo sexual regular, constituyendo el complemento libidinoso del egoísmo, propio de la pulsión de autoconservación. A propósito de esa centralidad del ego, de hecho, en El creador literario y el fantaseo, Freud (1908/2010) escribe “Su Majestad el Yo” (p. 132).
Si se tiene suerte, esa majestuosidad fundamental entra por los múltiples agasajos y elogios del Otro. Este arrope, por otra parte, intenta proteger del sufrimiento proveniente del propio cuerpo, del mundo exterior y del vínculo con otros seres humanos. Freud (1914/2012) lo dice así: “Enfermedad, muerte, renuncia al goce, restricción de la voluntad propia no han de tener vigencia para el niño, las leyes de la naturaleza y de la sociedad han de cesar ante él”, y añade: “realmente debe ser de nuevo el centro y el núcleo de la creación” (p. 88). Allí Freud parece retomar la pintura de Arthur Drummond, donde los carruajes del tránsito de Londres se detienen, para que cruzara, ante una hermosísima niña aprincesada, vestida con capa y sombrero con plumas; a un lado, un policía interrumpiendo el tránsito; detrás, su madre o su gobernanta, cargando los juguetes de la niña.
No obstante, si bien el egoísmo busca la preservación (de enfermar), en algún momento se torna necesario comenzar a amar para no caer enfermo. Freud (1914/2012) sostiene que, si así no fuera, por fuerza se ha de enfermar. Es el punto en el que recibimos algunas consultas, donde -como en la letra popular- resuena: “Porque yo no quiero trabajar, no quiero ir a estudiar, no me quiero casar, quiero tocar la guitarra todo el día, y que la gente se enamore de mi voz”. Letra que dice, incluso, de un espíritu “rebelde”, de resistencia u oposición. Ahora, dado el lugar estructurante y estructural del narcisismo, de su centralidad, cual piedra angular, ¿qué tiene el psicoanálisis para ofrecer en ese giro al amor?
Nos remontamos al texto Una dificultad del psicoanálisis, en torno a las heridas al narcisismo de la humanidad. Allí, Freud (1917/2012) plantea la revolución de la creencia del hombre -de que su casa se encontraba en el centro del universo- junto al nombre y la obra de Copérnico, teniendo en cuenta sus antecesores: como los pitagóricos y Aristarco de Samos. De igual modo, otra revolución, esta vez ante la creencia de la superioridad del hombre, amo del resto de los animales, se dio junto a los estudios de Darwin, sus colaboradores y precursores. Freud (1917/2012) señala allí que las adquisiciones del hombre en la evolución “no lo capacitaron para borrar la semejanza” (p. 132). Finalmente, la revolución de la creencia de que el hombre es amo en su propia casa; donde Freud ubica que no fue el psicoanálisis el primero en plantearla, sino que le preceden numerosos filósofos, entre ellos, Schopenhauer. Encontramos en ello, pues, los nombres del padre. Una pista, allí, que nos remite a otra parte de la letra de la canción: “Y en la cabeza tenía la voz de mi viejo, que me sonaba como rulo de tambor”.
Ahora, en el Seminario 19 bis (El saber del psicoanalista), Lacan (1971) relee a Freud, al respecto, y sostiene que Freud incurre en un defecto: más que de revolución, se trata de subversión. No somos dueño de nuestra propia casa, no somos nuestro propio amo, porque el inconsciente (que es el discurso amo) nos domina. Lo que se subvierte es la relación al saber: lo que está en el centro ya no es el ego, el egocentrismo, sino un agujero. La sexualidad está en el centro de lo que sucede en el inconsciente, en tanto que es una falta. Testimonio de este descentramiento, de esta subversión, trae cada producción del inconsciente: un sueño, una palabra que sin querer se introduce en el lugar de otra, un olvido, un síntoma.
Por caso, nos detenemos en el síntoma, donde el saber se plantea en lo real. El síntoma es efecto, en la estructura, de la operatoria y la inscripción del significante del Nombre-del-Padre. Si bien, en el síntoma, el despliegue del goce fálico suele deslizar en ser el falo que completaría al Otro, en éste también encontramos el resguardo de la falta al ponerse allí lo real en cruz, haciendo que las cosas no anden en función del Amo. El síntoma repite así un fracaso, donde no hay relación sexual. En este sentido, la interpretación del analista, que apunta a la escena del inconsciente, leída en sus efectos produce una costura que a la vez realiza otra, donde toca algo del goce que parasita al síntoma. A las puertas del acto, si el sujeto se adviene, a un goce parasitario y ruinoso se ha de renunciar. La herejía del sujeto implica la inconsistencia del Otro, donde el propio tejido se hace allí donde el Otro no existe sino como un lugar. El campo del goce del Otro se delimita como el agujero verdadero.
Ante la asunción del descentramiento, la desposesión como amo en nuestra propia casa, y la inexistencia de un Otro garante, aunque con la fortuna de un espacio vacío, los pequeños otros hacen cada vez más falta en un lazo que permita seguir tejiendo una trama singular, en lo colectivo. No hay tal superioridad que borrara la semejanza, como le encontramos decir a Freud. El lazo social requiere de la deposición del narcisismo, de la reducción a su más mínima expresión posible, para dar lo que no se tiene, para hacerle lugar a la diferencia, en el otro y en uno. Más bien, es en el semejante que encontramos aquello que una y otra vez nos descentra, trayendo a veces incluso lo a-versivo que anoticia lo que nos habita en un saber no sabido. Sirviéndonos de la incorporación de “la voz de mi viejo” (como dice la canción), no es sin la membrana y la oquedad -que los otros nos ofrecen en el eco- que el “rulo” (“el rulo de tambor”) encuentra posibilidad de producirse, a fin de relanzar el movimiento en una vuelta nueva, gracias a que algo cae. Tal como Freud (1930/2012) lo planteara, en El malestar en la cultura, es en el lazo (incluso en los φίλοι {los philoi, los amigos}, como dice Lacan, 1973/2015) donde es posible encontrar algún refugio ante aquellas tres fuentes del malestar, aunque ello no es sin pasar por un duelo, que en parte toca al narcisismo.


Referencias bibliográficas
Freud, S. (1908/2010). El creador literario y el fantaseo. Obras completas, vol. IX. Amorrortu.
Freud, S. (1914/2012). Introducción del narcisismo. Obras completas, vol. XIV. Amorrortu.
Freud, S. (1917/2012). Una dificultad del psicoanálisis. Obras completas, vol. XVII. Amorrortu.
Freud, S. (1930/2012). El malestar en la cultura. Obras completas, vol. XXI. Amorrortu.
Lacan, J. (1971). Clase del 4 de noviembre de 1971. Seminario 19 bis: El saber del psicoanalista. Inédito.
Lacan, J. (1973/2015). Una carta de almor. Seminario 20: Aún. Paidós.

Narcisismo: anclaje en la constitución subjetiva

por Sandra Alderete · alderetesandra@hotmail.com

El concepto de narcisismo es fundamental en el psicoanálisis, mantiene su vigencia y es relevante en nuestro quehacer clínico cotidiano. Freud formalizó y desarrolló el concepto de narcisismo a través de sus investigaciones.
Dicho concepto es estructurante y estructural del psiquismo. Es un articulador necesario y lógico para que sea posible la fundación del yo en tiempos de constitución subjetiva. Su importancia es equivalente a la estructura del sujeto.
En psicoanálisis existe una diferencia fundamental entre organismo y cuerpo. Freud aporta e introduce la primera noción de cuerpo. Nada es natural en el parletre. No existe psicogénesis, ni etapas de desarrollo, ni maduración predeterminadas. No siempre se constituye el cuerpo erógeno, lo que genera graves perturbaciones en la constitución subjetiva.
En los inicios de la vida se debe contar con un Otro que espere al sujeto por venir, que este le haga falta y le ofrezca hospedaje. Será este Otro, fuera quien fuera, quien oficie de madre. Freud llamó Nebenmensch a ese otro auxiliador que ofrece cuidados libidinales y sostén. Donando el lenguaje y el campo de la pulsión.
Como practicante del psicoanálisis me interrogó:
¿Cómo arriba Freud al concepto de narcisismo? ¿Por qué el narcisismo es necesario para el armado del cuerpo?
Freud con agudeza clínica formaliza la función del narcisismo. Lo toma al término de Paul Nacke, psiquiatra alemán, quien describe al narcisismo como una forma de autoerotismo, de amor a sí mismo, enlazado a las perversiones.
Se produce un nuevo acto psíquico en tanto precipitado de identificaciones, inaugura un nuevo lugar para el niño.
Freud pudo pesquisar que no le alcanzaba el concepto de pulsión, por ello recurre a introducir el narcisismo en el año 1914. El cuerpo erógeno no logrará cobrar unidad sólo con el trayecto de la pulsión, debe recurrir y conceptualizar el nuevo acto psíquico. La cuestión de la pulsión no le otorga al infans una idea unificada del cuerpo. La noción de narcisismo primario da una idea lenguajera del cuerpo.
Para alcanzar una unidad del cuerpo erógeno en tanto pulsional y narcisista necesitó recurrir al concepto de narcisismo y a la efectuación de “un nuevo acto psíquico” para la formación del yo. Dicho precipitado de identificaciones permite al niño acceder a una unidad corporal. Pasaje del autoerotismo a la elección de objeto. Freud nos dice: “Fue decisiva la introducción del concepto de narcisismo, es decir la intelección de que el yo mismo es investido con libido, y aun en su hogar originario y, por así decir, también su cuartel general. Esta libido narcisista se vuelca a los objetos, definiendo de tal modo libido de objeto, y puede volver a mudarse en libido narcisista”.
Desde los inicios consideró necesario diferenciar un narcisismo primario de un narcisismo secundario.
Será Lacan quien en su retorno a la letra Freudiana, desde los inicios de su enseñanza toma prestado de investigaciones desde la óptica el modelo del estadio del espejo para dar cuenta de las operaciones necesarias que deben darse en el infans.
Deberá operar la castración, vía nombre del padre, para que el nuevo acto psíquico acontezca. La castración va a entrar como herida narcisista, esta se inscribe con la letra - fi. Quedando un resto de la operación de división subjetiva entre el sujeto y el Otro, el objeto a. Resto vivo, que pone en causa y orienta el deseo en tanto reserva libidinal. No todo es simbolizable, ni especularizable. Es decir, no todo entra en el campo del Otro, hay una parte que inviste al cuerpo del niño. Para armar un psiquismo, para fundarlo se deben dar determinadas coordenadas, se deben escriturar las tres identificaciones, sus tres letras que bordean el agujero real del inconsciente.
El yo en tanto instancia necesaria para la estructuración del psiquismo, constituye un acontecimiento fundante y jubiloso, como así también implica un drama.
En el año 2021 junto a Silvana Tagliaferro trabajamos en un seminario que llevó por título Narcisismo y Lazo social. Fue un intercambio de trabajo muy grato y nutrido, un espacio serio y lúdico. Intentamos formalizar qué cuestiones del narcisismo se ponen en juego en cada sujeto y qué es lo que pasa al lazo social.
Por ejemplo, la megalomanía suple al narcisismo faltante. El delirio viene a suplir el lugar de un narcisismo que no se ha podido constituir.
Cuanto más recurso subjetivo tiene un sujeto menos va a recurrir a la infatuación, egoísmo, maledicencia, agresividad.
Por ejemplo, en niños graves no se produce el reconocimiento en el espejo. El Otro no funcionó como espejo plano, como superficie necesaria para proyectar el cuerpo como uno unificante y poder contar con un cuerpo, con un sí mismo. Son sujetos que presentan dificultades en el lazo con el Otro-otro, y ya devenidos adolescentes y adultos también se les complica el lazo o directamente no lo pueden sostener.
Entiendo al lazo social como entramado discursivo. Lacan retorna a Freud y da nuevas vueltas en torno a sus formalizaciones.
Desde los inicios de su enseñanza trabaja con el Estadio del espejo, nunca abandona dicha formalización y dicho esquema, si lo complejiza con el Estadio del espejo generalizado presentado en Observaciones sobre el informe de Daniel Lagache y lo utiliza en el Seminario de La angustia. Es de importancia que el cuerpo narcisista se sustraiga, no debe aparecer en el espejo, en caso contrario acontecen fenómenos del doble, lo siniestro, bizarrerias, desencadenamientos, acting out, pasajes al acto y algo que es habitual la angustia neurótica que se produce cuando falta la falta.
Con Lacan sabemos que el cuerpo erógeno es de doble consistencia, cuerpo pulsional y cuerpo narcisista y, luego se producirá la mejor o peor combinatoria que logre cada sujeto en su singularidad y en su análisis.

Del asentimiento del Otro y ratificación al nacimiento de Yo

Cuando el Otro asiente desde su unario permite que se forme el uno unificante en el niño, este va a quedar para la vida del niño y se podrá reformular en la aventura analítica. El Otro da su asentimiento y ratifica que esa es su imagen, que ese es él en tanto uno. Una vez que se constituye en el recorrido del tour pulsional i(a) al narcisismo i´(a) se inscribe la castración. Lacan dice que al finalizar el estadio del espejo se produce el pasaje de un “yo especular” a un “yo social.” Se va a asumir su cuerpo como una imagen unificada y además la idea de contar con un cuerpo.

Para concluir: pensar al narcisismo como puerto de acceso a la alteridad nos permite apostar que en la trama transferencial el sujeto pueda hacer la experiencia de ya no buscar convalidación en el espejo del Otro y del otro, asumiendo ser uno más entre otros en pasaje moebiano de la intensión a la extensión.

Del júbilo especular a la saturación digital en la adolescencia

por Tomás Garcia · edtomasgarcia@gmail.com

"Toda mi pasión se elevará / Viéndote actuar / Tan sugerente... Uso mi flash / Capto impresiones / Me adueño así / Superficies de placer. Dejo crecer mi tremenda timidez / Gozo entregándote al sol / Dándote un rol ambivalente.
Puedo espiar sin discreción / Como un voyeur en vacaciones."
Virus, Superficies de placer (1987)


En esta ocasión, me propongo recorrer algunas consideraciones sobre el narcisismo en la adolescencia, en su articulación con el cuerpo, la imagen, la mirada y los objetos tecnológicos de la época que interrogan la clínica.
Freud introduce el narcisismo como una fase necesaria del desarrollo libidinal, donde se configura el cuerpo pulsional. Este montaje es estructural, efecto de una primera operación: la identificación primaria, el soma deviene cuerpo, cuerpo-vasija. Se trata de una identificación con lo real del Otro real, con su agujero. Sin el Otro, la pulsión no se constituye. Es en este tiempo lógico que se activa el córtex, que se corresponde al espejo cóncavo en el modelo óptico de Lacan.
Lacan, ubica el yo en el registro de lo imaginario. El estadio del espejo nos enseña que el yo se forma por identificación con la imagen unificada del cuerpo, percibida en el espejo y sostenida por la mirada del Otro. En ese momento fundante, el infans experimenta un júbilo anticipatorio frente a la forma total de su imagen, una exaltación ligada a la promesa de unidad corporal que contrasta con la vivencia previa de un cuerpo fragmentado. Esta captura especular implica una alienación constitutiva al Otro. Ese uno también viene del Otro, constituyendo el yo ideal. El yo como ficción necesaria que vela la falta estructural. El narcisismo queda así articulado al deseo del Otro y a las operaciones simbólicas que lo sostienen.
El narcisismo nuevo acto psíquico, es un tiempo lógico que estructura la subjetividad. Se juega en la respuesta a la mirada del Otro, en la alienación en una imagen y en la posibilidad —o no— de encontrar un modo singular de deseo.
De la pulsión escópica, podemos distinguir tres tiempos: mirar, ser mirado y hacerse mirar. Este recorrido implica un pasaje del sujeto desde una posición activa a una pasiva. Para que la operación de hacerse mirar sea posible, se requiere de una mediación: la pantalla, el velo que ofrece el fantasma. El fantasma, en tanto estructura, funciona como marco que tamiza la mirada del Otro. Esto implica que para que se constituya el fantasma se requiere de una articulación con la gramática pulsional.
Este velo, es efecto de las operaciones de los tiempos lógicos ligados a las identificaciones. El “Nombre-del-Padre”, operador lógico, organiza la estructura. Lacan llama inhibición a esta función en el campo imaginario, cuando el Otro se acoge al poder ordenador de ese Nombre, se inhibe de capturar por completo la imagen del niño en el fondo del espejo, es decir, de sumirlo en la densidad del goce. Su eficacia impide el uso instrumental del niño y permite que algo real de él escape a la captura especular. Solo así podrá diferenciar lo imaginario de lo real, en tanto este último, aunque recubierto por la imagen como un velo, se revela como no especularizable.
La identificación a lo imaginario del Otro real, implica que este Otro le done sus velos. Es decir, no le transmite todos sus goces al niño, sino la pantalla, el velo que ofrece el fantasma.
La metamorfosis de la pubertad introduce un real que conmueve el montaje narcisista, reabre la escena especular y convoca una nueva inscripción del cuerpo en el lazo social. El cuerpo cambia, se vuelve extraño, y la imagen especular ya no alcanza para sostener la unidad yoica. Esta transformación reactiva la lógica inaugural del estadio del espejo, pero también evidencia sus límites: el goce irrumpe allí donde antes la imagen ofrecía consistencia.
Silvia Wainsztein, retomando el esquema del ramo de flores en Lacan, señala que aparecen “nuevas flores” que ya no son comprendidas por la imagen del jarrón reflejado. El yo no logra alojar ese nuevo goce, y el sujeto queda expuesto a una posición de fragilidad. La escena especular se desborda, y se impone la necesidad de una reescritura entre los registros Real, Simbólico e Imaginario, así como de una reconfiguración entre el yo ideal y el ideal del yo.
En esta época lo digital satura lo virtual, intensifica la fragilidad narcisista. El sujeto busca consistencia en una escena saturada de imágenes idealizadas que obturan la falta y empujan al goce. Frente al espejo extendido de las pantallas, ya no hay Otro que sostenga una mirada con amor; sólo captura sin resto. Es la falta fálica imaginaria -φ, que abre un agujero en lo especular, marca de lo que el Otro no pudo apropiarse. La imposibilidad de inscribir -φ se manifiesta clínicamente en ciertos adolescentes en los que el objeto a no logra localizarse en la faz imaginaria. Sin inscripción de la -φ, nada separa al sujeto de su imagen, convertido en usuario performático, sin corte simbólico. Las presentaciones clínicas actuales están marcadas por el acting, el pasaje al acto, compulsión a la repetición que encontramos en las neurosis narcisistas o en las caracteropatías. El fantasma, estabiliza y hace de borde a los goces, permite el deseo subsista. Preservar ese resto opaco es condición para que el cuerpo, la imagen y la palabra no colapsen bajo el peso de una visibilidad total y obscena.
En este punto, la lectura del texto Virtualidad de Silvana Tagliaferro resulta fecunda para hacer una distinción entre lo virtual y lo digital.
Lo virtual, en Lacan, cumple una función estructurante. Es el modo en que lo real se representa en el campo del Otro, mediado por la imagen. Sostiene la relación con la falta y permite que el sujeto se constituya como tal, articulado por la mirada y el significante. La imagen, desde la caverna de Platón hasta los dispositivos actuales, opera como pantalla que habilita esta duplicidad imaginaria.
Lo digital, en cambio, introduce un régimen de equivalencias que aplana la dimensión virtual. Sustituye la escena del fantasma —sostenida por el objeto a como resto— por imágenes fijas, sin negatividad ni espesor. La imagen digital se impone como evidencia: pura presencia sin resto, donde el goce aparece sin mediación.
El desafío será alojar ese montaje en tránsito, intervenir allí donde la imagen digital se vuelve fijeza, y posibilitar una pérdida que reinscriba al sujeto en una lógica del deseo, y no del goce inmediato.
“Superficies de placer” retrata el narcisismo digital: apropiación sin resto, goce inmediato, imagen lisa sin falta. El flash captura sin deseo, la mirada invade sin mediación simbólica. El sujeto oscila entre mostrarse y espiar, atrapado en el fondo del espejo. La canción transmite una escena clínica actual: adolescentes expuestos a una mirada totalizante, fijados en una superficie donde el deseo se apaga en el brillo plano de la pantalla.

¡El rey está desnudo!

por Silvina Naveiro · silvinanaveiro@gmail.com

Este texto surge de un entre, enlace entre dos que causa la asociación entre la convocatoria de la revista y el cuento recopilado por Andersen “El traje nuevo del emperador”1. Se sabe que el cuento surge por 1330, como un cuento ejemplificador, con un tono moralizante. Han ido variando las versiones según las épocas y las culturas, acentuando tal o cual parte del relato. Pero lo que se mantiene invariante es el develamiento de una verdad y la posición frente a ella. Quizá por eso sigue siendo de esas obras atemporales, aquellas donde Freud dice que el artista lleva la delantera porque da cuenta de la estructura.

Un vestido invisible
El cuento nos presenta al inicio al emperador, “tan aficionado a los trajes que gastaba todas sus rentas en vestir con la máxima elegancia. No se interesaba por sus soldados ni por el teatro, ni le gustaba salir de paseo por el campo, a menos que fuera para lucir sus trajes nuevos”. En el comienzo, el emperador aparece cautivado por su propia imagen, que viste con estos trajes, sin poder desviar su mirada hacia un objeto de deseo más allá de sí mismo. Freud nombraba al niño como objeto narcisista de sus padres his majesty, the baby. Punto de la captura narcisista que fija ese instante de la mirada en que el niño adquiere con júbilo esta imagen, se ve con los ojos con los que el Otro lo mira, se ve en esa imagen que lo unifica, ahí donde solo era un cuerpo fragmentado. La primera vestidura será entonces esa imagen libidinal que dona el Otro a partir de que el niño se ubica en relación a su falta.
Es en este punto donde dos extranjeros se presentan en el cuento para hacer trastabillar esta complacencia tan esférica del emperador con su imagen que el pueblo aceptaba sin ningún cuestionamiento. Es muy precisa esta aparición del extranjero como aquel que desde fuera viene a romper con un goce que estaba normalizado fantasmáticamente, instalando la dimensión del síntoma.
Estos truhanes se presentan como quienes saben tejer las más maravillosas telas, “no solamente los colores y los dibujos eran hermosísimos sino que las prendas con ellos confeccionadas poseían la milagrosa virtud de ser invisibles a toda persona que no fuera apta para su cargo o que fuera irremediablemente estúpida”. Se introduce una vacilación en la imagen, algo que descompleta porque aparece la dimensión del saber y de algo que puede no verse. Y lo que hay para ver es algo más que una imagen, se trata de tener una virtud.
El emperador inmediatamente se ve tentado a tener este traje pero algo empieza a trabarse en él: “había una cuestión que lo tenía un tanto cohibido, a saber, que un hombre que fuera estúpido o inepto para su cargo no podría ver lo que estaban tejiendo. No es que temiera por sí mismo, en este punto estaba tranquilo; pero, por si acaso, prefería enviar primero a otro”. Podríamos decir que en la negación “no es que temiera por sí mismo”, está dicha toda la verdad.
Y es así que envía a sus hombres de más confianza a ver la tela y ellos caen en el engaño: serán estúpidos si dicen que no la ven. Llegando al absurdo de ver lo que no se ve: y entonces en el vacío donde no había nada aparece para colmarlo una tela invisible.
Hasta el emperador llega a ver la tela y mientras posa desnudo ante el espejo piensa “¿seré tan tonto? ¿acaso no sirvo para emperador? Sería terrible”. Punto de división donde vacila su semblante y asoma la angustia. Y se dirige a su séquito “¿verdad que me queda bien?”. Y nadie osa contradecirlo, sino que redoblan la apuesta aconsejándole que lleve ese traje en el desfile del día siguiente.

¡Pero si no lleva nada!
Es la intervención de un niño la que rescatará al emperador de ese lazo enloquecido que lo exponía a desfilar desnudo ante el pueblo. Al respecto dice Lacan: “este niño ¿será un cándido? ¿será un genio? ¿un descarado? ¿un bestia? Nunca se sabrá. Seguramente, alguien muy liberador”2.
Punto en el que se revela que el montaje de la imagen es discursivo. La ilusión del vestido que es la imagen de nuestro cuerpo está sostenida por aquello que no se ve. A lo real desnudo es imposible acceder, se trata de un asunto de-nudo. La ilusión consiste si el Otro aporta el trazo que permite que la imagen se infle sobre el vacío del objeto a. La imagen narcisista con su engaño no nos permite ver que la desnudez atrae si logra evocar la falta tras el vestido, el brillo de la belleza que señala lo real en juego.
El niño denuncia que el emperador está vestido con la adulación del pueblo, confía en sus ojos y entonces se constituye como otro extranjero, pero no desde el engaño sino desde la verdad.
El emperador muere en su ley: “aquello inquietó al emperador porque pensaba que el pueblo tenía razón, pero se dijo:
Hay que seguir hasta el final
Y se irguió aún con mayor arrogancia que antes, y los chambelanes continuaron portando la inexistente cola”.
Decide terminar el desfile como si tuviera su traje, pero suponemos que algo de su narcisismo ya no funciona igual, los otros ya no le devuelven la misma imagen.

¿De qué nos reímos?
¡El rey está desnudo! Frase que sin estar en el cuento (el niño dice “pero si no lleva nada”), capta la enseñanza del mismo y nos hace reír tanto como cuando alguien está muy encumbrado en su imagen y de repente pisa una cáscara de banana y se cae despatarrado al suelo, mostrando el culo. La imagen ostentada y fija se desarma y adviene lo cómico del falo que delimita la falta, ese que cuanto más se lo oculta más se presenta. Es alrededor de esa falta que se organiza la imagen narcisista tan adorada.

Es notable como en la clínica dicha ostentación puede ser solidaria de una imagen armada con mucha dificultad, que se sostiene rígidamente porque un pequeño soplo podría desvanecerla. Es necesario haber consolidado la transferencia en el análisis para que el analizante acceda a encontrarse con el más allá de la imagen y pueda consentir a saber de la falta que lo constituye.
Es posible entonces que quizá, advertidos de la fascinación de la imagen narcisista, podamos hacerle lugar al lazo, al extranjero con la diferencia que porta y que descompleta nuestra unicidad abriendo el camino desde la falta a la causa del deseo.


1 Andersen “El traje nuevo del emperador”. En www.ciudadseva.com
2 Lacan, J. El Seminario: Libro 4 “La relación de objeto”. Buenos Aires. Ed Paidós, 1994. Pp 35-36.

Enamorado de una fantasía

por Laura Skliar · lauraskliar@hotmail.com

“Mira, esto es increíble, no hay una ciudad igual en todo el mundo. ¿Te figuras lo super alucinante que es esta ciudad bajo la lluvia? Imagínatela en los años 20, con sus pintores y escritores, ¿te imaginas a los dos instalándonos aquí? “Estás enamorado de una fantasía”, le dice ella, su novia; “estoy enamorado de ti”, le contesta él. Con esta escena, la película Medianoche en París1 empieza a rodar.
La fantasía prosigue cuando Gil, el protagonista de la historia, un escritor frustrado que viaja a París con su supuesta enamorada, en un paseo por las calles parisinas se encuentra a medianoche con personalidades como Hemingway, Picasso, Fitzgerald, Dalí, Elliot, y tantos otros, en un viaje que lo revitalizará frente a la medianía cotidiana y aburrida en la que vive, y que le hará replantearse sus elecciones y su lugar en el mundo.
Ese mundo de ensueños, ese amor por París de los años 20, con los representantes de las “altas artes”, cosmopolitas, geniales, pero -ante todo- inspiradores, alcanza su máxima expresión en el encuentro con Adriana, mujer de la que se enamora, pero que es también un punto de inflexión, al expresarle, ella, su propio mundo dorado al que desearía volver: la Belle Époque. Y así podríamos suponer un infinito de imágenes inalcanzables que cada uno de nosotros crea, añora, fantasea y vuelve de vez en cuando, generando a veces un tambaleo en las escenas de la vida cotidiana; otras, un replanteo de las elecciones e, incluso, del sentido que le damos a la vida.
¿De qué se trata ese mundo dorado, inalcanzable y, como tal, agotador? ¿Cómo pensar estos fenómenos desde algunos conceptos que el psicoanálisis nos propone? Intentaré acercarme con algunos conceptos formulados por Freud y por Lacan.
El yo se constituye a través de una serie de identificaciones con imágenes provenientes de los otros; fundamentalmente a partir de una identificación con el Otro primordial, identificación primaria y constitutiva, que fijará al sujeto en una imagen unificada y totalizante, a partir de la cual se reconoce como un yo, un “tú eres eso”, un yo Ideal. El estadio del espejo propuesto por Lacan, lejos de ser un fenómeno circunstancial e histórico en el que el niño se cruza con un espejo, intenta dar cuenta de la estructura del Yo y su constitución: ese espejo en el que se mira, en el que se reconoce, le devuelve una imagen unificada, entera, que contrasta con el cuerpo fragmentado del bebé producto de la prematuración humana. Imagen dotada de una unidad que él no puede atribuir a la percepción de su propio cuerpo. Identificación ante el espejo que es clave, originaria y fundadora de la serie de identificaciones que le seguirán luego y que compondrán, vía la operación del nombre del padre y la castración, todo aquello que se admire, que se ame, que se aspire, es decir, el ideal.
Ahora bien, esa matriz del Yo, constituida por una identificación a una imagen ideal, originaria y fundante, es sin embargo profundamente alienante e ilusoria: nunca va a haber concordancia, encaje, entre ese punto ideal, que no admite matices ni valoraciones intermedias, y la percepción que el sujeto tiene de su propio cuerpo, limitado, sumido en la descoordinación motriz y la fragmentación. Lacan dirá que a ese lugar tras el espejo en el que todo va bien, donde todo funciona a la perfección, sólo podrá tenderse, a lo sumo, asintóticamente. Ese mundo que Gil crea y recrea incesantemente en sus noches de ensueño en París, es un ideal inalcanzable, podemos acercarnos eventualmente, pero sin tocarlo nunca.
El hechizo se rompe cuando Adriana le muestra que su ilusión (la de ella) está en otro lado, en otro mundo de ensueños, anterior en el tiempo al de él, y al que él no acepta viajar. El recurso al pasado que utiliza Allen puede hacernos pensar en una vuelta a ese pasado ilusorio en el que, para el niño, él era “su majestad el rey”, como señala Freud en Introducción del Narcisismo. Pero, ¿qué se rompe en ese encuentro? ¿Qué aparece en Adriana, o qué le muestra, qué hace que ya no vayan juntos en una unidad ilusoria de completitud imaginaria?
El estadio del espejo es un escrito del tiempo de la obra de Lacan en el que su exploración se centra en el orden imaginario. Sus posteriores desarrollos teóricos nos permitirán avanzar un poco más (nunca del todo) para entender la estructura del sujeto desde los registros imaginario, simbólico y real.
En el seminario X Lacan propone su gran invento, el concepto de objeto a. Retoma allí el esquema óptico y nos dirá: “no todo el investimento pasa por la imagen especular, hay un resto”2. Ese resto es el eje en torno al cual gira toda la dialéctica de las relaciones del sujeto con los objetos del mundo. En esa imagen en la que el sujeto queda capturado hay algo que no se refleja, hay un agujero, real, innombrable, indecible y no especular. Lugar vacío, algo falta en esa unidad, y ese “algo” no es algo que se pierde (tal como propone Freud en su formulación del complejo de castración) sino que falta por estructura. Agujero en lo simbólico que implica un no todo, no todo el niño es esa imagen, no todo encastra, no todo se completa. El Otro es un Otro barrado, incompleto por estructura, incompletud que sumerge al sujeto en su propia incompletud, en su propia barradura, y con la cual tendrá que arreglárselas.
Los objetos del mundo que el sujeto inviste, los objetos que tienen ese brillo y que el sujeto persigue, el sueño dorado de Gil en la película, no son otra cosa que representaciones imaginarias de esa falta simbólica, con la cual el sujeto inviste los objetos de la realidad, de su realidad fantasmática. Pero sabemos que hay allí un agujero, que nunca se alcanzará el paraíso de la satisfacción primaria, mítica, aquella en la que creímos que éramos uno con el Otro, ese agujero que puede hacer que “las cosas dejen de andar”.
La piedra en el zapato, lo que cojea. Si el psicoanálisis se propone una ética se trata de la ética del deseo. Esto es, no se trata de proponerle al sujeto, desde la posición del analista, un objeto que lo colmaría y con lo cual lograría esa supuesta unidad. No se trata de seguir engañándonos, ofreciéndole al sujeto objetos sustitutos; mucho menos de proponerse uno (el analista) como Uno, como ideal al que el sujeto tendría que alcanzar. Entonces, ¿Cómo hacer de eso que cojea causa, motor del deseo?
Cuestión clave en psicoanálisis, no hay objeto que pueda sustituir esa falta estructural. Implica entonces un desprendimiento, una pérdida. ¿No se trataría entonces del recorrido de un análisis como un duelo?


1 Midnight in Paris. EE.UU. 2011 .96 min. Dir.: Woody Allen.
2 Lacan, Jacques. El seminario de Jacques Lacan: libro 10: la angustia. 1ª ed. Buenos Aires: Paidós. 2007. Página 49
Bibliografía
Freud, S. “Duelo y melancolía”, Obras Completas, Tomo XIV, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1917.
Freud, S. "El sepultamiento del complejo de Edipo", Obras Completas, Ed. Amorrortu, Tomo XIX
Freud, S. “Introducción del narcisismo”, Obras Completas, Tomo XIV, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1914
Lacan, J. (1949) “El estadio del espejo como formador de la función del yo [je] tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica”, en Escritos 1, Siglo XXI, 1988.
Lacan, J. (1954-1955) El Seminario de Jacques Lacan. Libro II: El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica, Editorial Paidós, Buenos Aires, 1988.
Lacan, J. El seminario de Jacques Lacan: libro 10: la angustia. 1ª ed. Buenos Aires: Paidós. 2007

Narcisismo y Fantasma

por Silvana Tagliaferro · siltagliaferro@gmail.com

Resulta inexcusable en la clínica psicoanalítica retornar a la noción de Narcisismo, y este retorno a Freud implica dar un paso por la formalización de la Lógica del Fantasma de Lacan, su vigencia y sus distinciones.
Es lo crucial de la clínica lo que lleva a Freud en 1914 a introducir el narcisismo. La falta de interés por el mundo, el retiro de la libido o a la inversa, la magnificencia delirante de la grandeza, surgen como presentaciones que interrogan a Freud. ¿Qué pasa en estas presentaciones donde el lazo se fractura? Tal vez no es trivial que sea a través de la megalomanía, del movimiento de retirada de la libido y del investimento infatuado, que surge el interés freudiano en lo que da en llamar el estado de Narcisismo. Hay un movimiento de investimento, siguiendo a Nacke donde el propio cuerpo es tomado como objeto sexual. Este movimiento centrípeto agrega algo nuevo al autoerotismo: el Yo, que será para Freud un nuevo acto psíquico. Lacan dirá: algo se instala como amor propio en la mentalidad.
Tomar como objeto sexual al propio cuerpo, contemplarlo con agrado, lejos de referirse a una perturbación acarrea la consideración de modalidades y presentaciones clínicas que con Freud ubican la dimensión estructurante del narcisismo. La clínica nos confronta con vicisitudes y avatares en la introducción del narcisismo, tanto en su enlace y como en su desenlace en el final de un análisis.
Los primeros pasos de Lacan por la tópica del imaginario son bastante tempranos. El sujeto para la constitución de la imagen especular tiene que articular con el Otro y el otro. Para Lacan el yo humano aparece como algo nuevo cuya función es dar forma al narcisismo, marcando el origen imaginario del yo como ilusorio. Pero no cualquier ilusión, sino que será el efecto de la operación de lo simbólico en lo real la que la produzca.
Para mostrarlo Lacan recurre a uno de los primeros gadgets de uso humano, el espejo. Un movimiento de mutación de la cabeza que se vuelve hacia el Otro apelando a su asentimiento y luego vuelve de nuevo hacia la imagen, adviniendo la imagen especular i’ (a) y el júbilo que da inicio a una sentimentalidad.
Dialéctica y torbellino ciñen el narcisismo. Porque no todo entra en el espejo, el objeto a no especular pasa a ser la reserva operatoria y libidinal. Hay una ilusión, una distorsión en que la imagen virtual se zurce a la imagen real, para estar cuerdos. En esta tensión y distancia entre una imagen y otra se organiza el marco simbólico, cuyo soporte presta el rasgo unario como antecedente primitivo, einziger zug, del falo simbólico. Habrá Uno en tanto algo resta (1-a) y esto se inscribe en el imaginario como falta: -fi.1
¿Cuánto tiempo es preciso sostener el lugar de Eco en la transferencia para que algún retorno permita salir del ahogo y de la trampa del reflejo del espejo? ¿Qué hubiera pasado si Eco no hubiera sido rechazada por Narciso?
Que la pulsión sea el eco en el cuerpo del hecho de que hay un decir, involucra un cuerpo sensible. Un cuerpo donde consuene que ese decir es un hecho. Para que haya eco, algo tiene que encontrar un muro y volver, allí en la vuelta es que el cuerpo es sensible. ¿Cómo propiciar una declinación del narcisismo que disuelva esos sentidos coagulados y opacos que afligen aguijoneando el lazo, presentaciones del dolor ya sea como efusión narcisista o como celos y agresión, manifestaciones que invocan por otro modo de decir? En el año 2021 desarrollamos junto a Sandra Alderete algunas de estas articulaciones, en el marco de un Seminario en la Efla: “Narcisismo y Lazo Social” – donde surgió un juego: narcisismos, en la pluralidad del enlace. Con gran sentido del humor y de manera lúdica Sandra acentuó el fonema Narcisismossssssszzzzz, hasta hacer sonar el zumbido del enjambre. Referencia que tomamos de la homofonía lacaniana entre essaim y S1, enjambre de S1, como significantes plurales y nuevos.
No alcanza con el mito para dimensionar el valor de esa mirada medusante en la captura narcisista. No es suficiente ver una imagen como reflejo en el espejo del estanque si no hay un Otro real que autentifique eso que se está viendo. Es condición que la pulsión arme trayecto. El sujeto encuentra al mundo como espectáculo que lo posee. Es víctima de un señuelo, i’(a). Accede al fantasma por vías erróneas. No es que no se sepa distinguir entre i’(a) y a, ya que no tienen el mismo valor, sino que es la manera de llegar al objeto a por el i’(a).
La imagen especular es la imagen lista para insertar en el fantasma. Si bien, el fantasma no es el yo ideal, en su dimensión inconsciente, se sirve del i’(a), como imagen fija y muda. Por eso, el fantasma es una frase que se muestra. No se pronuncia ni se interpreta sino que se deduce de la repetición que traza el trayecto del análisis. No sin la contingencia de aquello que irrumpe en la transferencia. Es que es lo a-versivo aquello que permite ubicar alguna versión del objeto a, eso no reconocido, del que el analista hace semblante. Tiempo crucial en un análisis, si es posible deshacer la trama de la tela a la que se estaba cautivo, se toca cierta fijación por otra fijación a lo real. El estallido de la monada del fantasma deshace la impostura de la apariencia que implicó la imagen narcisista erguida en el fantasma.
Si bien, el fantasma sostiene la realidad del deseo y el superyó es guardián de la realidad. Reducir el fantasma a una escritura, exfoliar lo imaginario, implicará escribir otra versión, una que reste masoquismo, y esto implica una père- versión que no reniegue de la falta. Una versión al padre que no sea superyoica. Otro modo de faltar.
Franquear la fixierung escópica propone una declinación del narcisismo donde lo pulsional recupere movilidad para que una voz pueda devenir y así darle otro trato estético a lo visto y lo oído.
Disolver la fijeza del ser amado para dar paso a un ex-istente es un trabajo de duelo. Esta es la tela de un análisis, hebra a hebra, que implicará dejar de sostener la existencia en el asentimiento, incluso del analista, para que asome el agujero y cobre dimensión. El deser abre a una ex-istencia, y esa existencia ya no está sujeta al Otro sino al otro como partenaire. Hasta Dante en ese recorrido ficcional que realiza llega a un momento en que tiene que despedirse de Virgilio, tiene que separarse de quien lo ha acompañado por los nueves círculos del infierno, trepado junto a él la columna del demonio, transitado el calvario del purgatorio hasta encontrar el paso a la suspensión de la pasión y un goce de la castración. No es sencillo desprenderse del ser amado.
Cuando en el apretón de manos de los dos toros de la transferencia asoma la disyunción del objeto a, se produce el franqueamiento de ese espejo cual Alicia en el pasaje del Wonderland al A través. De ese singular encuentro, esa experiencia que se llama amor, lleva a una puerta de marfil2por donde pasa Eneas, por donde Alicia descubre que sigue soñando y por donde continuamos como deseantes a la caza del Snark.3


1 Puede consultar Botánica del sujeto. Hasta que se llame amor, la ojiva del narcisismo. Silvana Tagliaferro. Ed Nocturna.
2 En La Eneida, Virgilio sitúa dos puertas. La puerta de cuerno y la puerta de marfil por donde sale Eneas que es por donde seguimos soñando.
3 L. Carroll, La caza del Snark. Cap. VIII La desaparición. Ed. Terramar, 2010.

Narcisismo, cuerpo y su impacto en el lazo social

por Laura Vello · lvellio@yahoo.com.ar

“La vida anímica está forzada a traspasar las barreras del narcisismo, e investir objetos externos.
Cuando la sobrecarga del yo traspasa cierta medida, hay que comenzar a amar para no enfermar, enfermamos cuando una frustración impide amar”1.


Me resultó oportuna la propuesta de Cartel de Publicaciones, para volver a recorrer vía la escritura, trabajos que hemos venido realizando en la Efla a partir del Seminario a nombre propio: Lalangue, propia o la extranjera? que dictamos en la Escuela en 2022 con Silvana Tagliaferro.
Abordaré el Narcisismo en relación a la conceptualización del cuerpo, y su impacto en el lazo social.
El cuerpo es escena y escenario de la constitución del sujeto. La conquista del espacio, comienza con el cuerpo como escenario del dicho.
El lenguaje preexiste al sujeto. El Otro primordial que transmite el lenguaje, inscribe las marcas de amor, deseo y goce; funda el cuerpo erógeno en el infans.
Es en la búsqueda de reencuentro con la primera experiencia de satisfacción que el sujeto vive el desencuentro discordante e inadecuado en relación al objeto perdido. Dirá Lacan que hay una marca de la huella que deja el objeto.
Un cuerpo metafórico, cuenta con el falo, porque hay vacío de significación, dado que hay relevo de la ausencia; implica la errancia, el lapsus, el doble sentido, y el pase de sentido.
El cuerpo está en relación a lo que afecta, implica una debilidad. El nudo le permite a Lacan, recobrar importancia de lo imaginario, pensar otra corp-sistencia: que otorga plasticidad al nudo. La consistencia imaginaria del cuerpo hace de freno, dique, punto de fijación que posibilita la construcción de la trama, de la novela familiar.
El cuerpo es el soporte de lo que no funciona. La adquisición de la lengua materna nos afecta y somos efecto de ella. La lógica del significante nos plantea cierta errancia, una mentalidad sostenida en una ficción.

Cuerpo discursivo - Dispositivo analítico - Lazo social
En Seminario Encore, Lacan habla de la dit mansión: cuerpo discursivo como tejido de identificaciones.
Lacan apelará a la topología, para dar cuenta del sujeto a partir del anudamiento RSI. Para que exista cuerpo debe haber una superficie mental de tres registros anudados borromeicamente (en la Neurosis). El nudo es efecto de un decir, una forma de escritura, que es la práctica de una pérdida.
Lacan recurre a la topología para dar cuenta de lo que ocurre en la clínica, a partir de las operaciones psíquicas que intervienen en el cuerpo. El cuerpo es tórico, soporta transformaciones: lo que estaba en el interior, pasa al exterior. El cuerpo surge como efecto de esta operación de retornamiento.
Lalangue introduce una pérdida de completud, donde el sujeto del inconsciente da cuenta de cómo se arma el cuerpo a partir del entramado identificatorio. Entramado en el que el golpe de lalangue introduce una pérdida inagural que separa el cuerpo del organismo.
En el dispositivo analítico, el cuerpo se despliega como trama, en la que la novela familiar enhebra escenas en una realidad que se torna fantasmática.
La práctica analítica se orienta hacia lo real. Cuando la angustia irrumpe en el cuerpo, algo de lo real pasa al dispositivo, requiere del tratamiento por la palabra. El analista halla en las huellas de la repetición una vía a seguir. Algo retorna como efecto de lo real, de lo inaccesible del inconsciente, que no cesa de no escribirse.
Hay sentidos ficcionales que velan lo real, para que el mundo sea habitable. El trabajo analítico consistirá en desandar el camino balizado por las marcas de escritura de la historia del sujeto.
La repetición es una marca a seguir por parte del analista, algo de lo real retorna, algo de lo inaccesible del inconsciente.
El psicoanálisis es la experiencia que trabaja con una realidad discursiva que habita al sujeto.
La apuesta analítica, encontrará su orientación en otra versión de un relato posible.


1 FREUD, S. Introducción al Narcisismo. Obras Completas, tomo II. Ed. Biblioteca Nueva, 4°ed, 1981. Pág. 2024.

Resonancias

Imagen resonancias
Fotografía: Onomatopeya del mar de Carolina Gamaler

No hay Otro del Otro: topología del pozo

por Tomás García · edtomasgarcia@gmail.com

La lectura de Hacer un pozo y meterse adentro1, de Santiago Craig, dejó en mí un eco, resonancias. Como las olas cuando rompen en la orilla. Me llevó a recorrer un espacio que, más que contorno en la arena, se reveló borde, superficie, trazo: huella de la experiencia analítica.
Un día, Bruno hizo un pozo y se metió adentro. Así comienza el cuento. Cava la tierra como si abriera una boca en la superficie del mundo. Juegos de su infancia en la playa junto a su padre. Recuerdos cargados de resonancias. Al leerlo, me planteé las mismas preguntas que atravesaban a Bruno en su acto de cavar, como si buscara un sentido oculto bajo la arena, una profundidad imposible de nombrar. ¿Por qué la insistencia en hacer ese pozo? Esta pregunta, que surge tanto del relato como del pensamiento de Bruno, me condujo a lecturas en el cruce entre topología y psicoanálisis, donde el espacio y el vacío adquieren un valor fundamental para la práctica clínica.
Bruno recuerda los dichos de su padre que dejaron marcas: “hay que terminar todo lo que se empieza”, “el cuerpo es para usarlo entero”. Con sus hijos, repite esas frases. El pozo traza un borde, un agujero. Un vacío estructurante lugar del objeto a: ese resto de goce que no se simboliza, pero retorna, como un sueño.
El sueño del pozo, que se repite mientras fuma un cigarrillo y observa el remolino del desagüe, lo arrastra a hacer sin saber. Todo lo que Bruno sabía se lo había transmitido su padre, pero en el acto de cavar no se guía por ese saber: actúa desde una decisión sin garantía, que toca un real y, al mismo tiempo, la historia familiar.
En su última enseñanza, Lacan conceptualiza la experiencia analítica como un torbellino. Un movimiento sin clausura, un real turbulento. No hay sentido primero. Lo primero es el caos. Como en el remolino del desagüe, hay algo que succiona, gira, se fuga. Se trata de hacer con eso.
Bruno cava porque algo insiste. No para explicarlo, sino para darle forma. El saber no es previo: se produce en el acto. El psicoanálisis, como en el cuento, bordea ese lugar del agujero. Allí donde no hay garantía, hay invención.
Y Bruno sueña con el pozo antes de hacerlo. Cree en la suerte, recurre a los números de la quiniela. Pero no hay palabra que ancle ese sentido: la cifra se vuelve superstición. El Otro no responde. No hay garante. No hay Otro del Otro.
Entonces cava. Agota su cuerpo. Realiza un acto. Entrada a la escena propiamente analítica. No busca cerrar el agujero con un sentido, sino inventar una forma. Así como el acto analítico no busca llenar la falta, sino hacer con ella. No se trata de saber, sino de un saber hacer.
Lacan formaliza el objeto a como aquello que señala un vacío. No importa el objeto, sino el lugar que indica. El rechazo de Bruno al sobre sellado condensa esta posición: no quiere un saber-todo que clausure su pregunta. No hay metalenguaje. Desestima la cifra. Habita el vacío. Apuesta a lo singular, una búsqueda sin garantías.
Bruno tropieza con la inexistencia del Otro del Otro. Cuando hace el pozo, escucha una voz en la playa: alguien grita el nombre de un niño perdido. Ese nombre —el de su próximo hijo— irrumpe sin explicación. No hay respuesta. Hay acto.
Aquí resuena la paradoja de Russell, la serie significante no se cierra. La falla no es un obstáculo; es la estructura misma. La verdad no se completa, se agujerea.
Bruno cava sin saber por qué. En ese gesto se juega lo imposible: hacer con la falta. Inventa una historia, un nombre, que transmite a sus hijos. Su pozo no busca sentido: lo bordea. Como en la experiencia analítica, donde el saber no se tiene, sino que se produce —en la transferencia— como un saber hacer ahí con (savoir faire là avec), resto de un decir.
El psicoanálisis, como el arte, no tapa el agujero. Hacer un pozo y meterse adentro es una metáfora del deseo del analista. Un descenso ético: aunque no haya Otro del Otro, se cava. Aunque no se sepa, se hace. En ese hacer —acto sin garantía—, tal vez se toque una verdad más radical que cualquier interpretación.


1 Craig, Santiago. (2017). Las Tormentas. Buenos Aires: Editorial Entropía.

Prácticas de Escuela

Imagen practicas
Ilustración: Un paseo por el cielo de Grandville


En el marco de Convergencia, Movimiento Lacaniano por el Psicoanálisis Freudiano, la EFLA ha participado de los dos eventos acontecidos. En noviembre de 2024, en las Jornadas de la CERAU (Comisión de Enlace Regional de Argentina y Uruguay), llevadas a cabo en Montevideo. Y este año, en el mes de mayo, en el Coloquio Internacional de la Convergencia, en París.

A continuación, publicamos los escritos producidos para cada ocasión.

Jornadas de la CERAU, Montevideo 2024

El lazo con el otro, su ruptura y la apuesta por la palabra

por Claudio Gómez (lectura del texto), Sandra Alderete, Mariana Pereyra, Leticia Scottini, Alejandra Di Nubila, María Beatriz Pagano, Virginia Nucciarone, Anabella Ottaviani.

Hay un nudo en el cual la relación al otro, implica aquello que, en la práctica analítica, situamos en varias oportunidades en relación al goce y al deseo. Es decir, aquello que Lacan ubica como el objeto a minúscula.
Si identificamos que, al lazo con el otro le son inmanentes distintas vías por las cuales el goce se presenta por la vertiente de la intolerancia y la ruptura, nos será posible articular también por qué vías el psicoanálisis alcanza su eficacia. Ya que es en la experiencia analítica donde el practicante del psicoanálisis hace de la llamada “apuesta por la palabra” su decir.
Se trata por lo tanto de un decir en torno a una posición que, se encausa, en el respeto por la imparidad más radical. A partir de que aquello intolerable del otro pasa por el tamiz de la castración.

Partiendo entonces de estas formulaciones nos preguntamos: ¿Podremos pensar desde ahí la clínica cuando nos encontramos con que el odio, más allá de su carácter estructural en términos psicoanalíticos, se desanuda alcanzando su faceta aniquilante del lazo social? A su vez, ¿Qué estatuto darle al odio cuando tiene como efecto la segregación y atenta contra el cuerpo y el lazo social? ¿Es posible pensar que, situar al cuerpo como aquello a ser arrasado, implica que queda arrasada también la no relación sexual?

En este sentido ya en nuestra escuela hemos podido trabajar alrededor de lo planteado por Lacan entorno a la castración, al goce y al deseo, interrogando el siguiente aforismo:
“La castración quiere decir que el goce debe ser rechazado, para ser re-alcanzado, en la escala invertida de la ley del deseo”.
Estas líneas nos llevan a pensar que no toda separación puede entenderse como aquello que arrasa con el lazo social. Principalmente si conlleva un anudamiento que, como antes mencionáramos, implica la ley y el deseo.
Se trata de anudamientos situados como efectos de la práctica analítica que, a partir de la disponibilidad que propicia la experiencia, se producen cada vez y a partir de la hipótesis del inconsciente. De igual forma que el odio se anuda al amor a través de la transferencia.
En este sentido puede leerse en la obra de Lacan que, el goce, conmueve el principio homeostático del placer cuando se anuda en la producción del discurso y el lazo con el otro. De ahí que el otro “causa” al trabajo analítico tanto en la intensión como en la extensión, tanto como prójimo o como semejante. De la misma manera en que, la relación paradójica del deseo con el principio de placer, queda ubicada para el discurso analítico en el franqueamiento de este principio, al tiempo que es ahí, donde encuentra su límite.

De estas cuestiones es que se desprende desde nuestra práctica, el hecho de situar el objeto a en el centro del nudo Borromeo, como posibilidad de des-completamiento de cada uno de los registros. Como así también la formalización de la clínica partiendo en la experiencia de los conceptos fundamentales del psicoanálisis y la interrogación de los discursos como puesta en forma del lazo social.
Esto nos ha permitido, en la práctica de escuela, hacer del respeto por la imparidad más radical la causa de un funcionamiento que, se apoya, en la confianza en los dispositivos de escuela que Lacan nos legara.
Nos encontramos, en la experiencia de la política del síntoma, que se ha producido la puesta en forma de una función que subvierte cualquier sentido que se pretenda uniforme. Este ha sido un producto del lazo inédito que inaugura el análisis. Descompletando el goce que del sentido deviene en segregación y ruptura de una comunidad de experiencia.
La manera en la cual en el análisis se despliega el des-completamiento del goce, en una vertiente que es no toda fálica a partir de lo femenino, da cuenta de que, justamente, el psicoanálisis inaugura un lazo inédito.
Es ahí donde hemos podido situar al objeto a como causa de deseo y como aquello irreductible a cualquier uniformidad de sentido, falocéntrica o de cualquier des-anudamiento del amor y del odio en pos del “recurso humano” del que hablaba Lacan en el reverso del psicoanálisis.
Es ese respeto por la imparidad más radical por la que hablamos, aquello que atraviesa, a nivel del cuerpo y la pulsión al parlêtre.
Si la práctica nos muestra que, en un psicoanálisis, se hace posible hacer pasar por el trabajo analítico aquello que se ha denominado goce del Otro. Esa misma práctica nos indica que, de acuerdo a ese pasaje, el análisis produce una relación otra del sujeto en torno al cuerpo y la pulsión.
Si decimos que la posición del sujeto con respecto a lo real, a partir de que se atraviesa y se es atravesado por la experiencia analítica, produce efectos en el lazo con el otro. Ya sea a partir del prójimo o en aquello que atañe al semejante. Uno de esos efectos también puede pesquisarse, entonces, en aquello que toca el cuerpo a partir de la castración.
Apostamos, tal como se estableció en el escrito presentado en Barcelona en el año 2023, al surgimiento del sujeto en el campo del deseo, cuestión que orienta nuestra clínica y la ética analítica. Es ahí donde hemos situado el eje ético de la escuela, a partir del cual resulta posible producir los anudamientos que en los dispositivos resguardan la falta.
Entre la intensión y la extensión, por la vía de la causa analítica, se pone en juego la transmisión de una experiencia.
Por lo tanto, en aquello que se refiere a la extensión, sostenemos lo planteado en aquel tiempo, donde ubicábamos la diferencia entre la extensión y la ambición de una expansión que atenta contra el discurso mismo del psicoanálisis.

COLOQUIO PARIS 2025- “MALESTAR, CASTRACIÓN, ALTERIDAD"

Malestar, castración, alteridad…una apuesta al sujeto

por Sandra Alderete, Cristina Borda, Claudio Gómez, María José Iglesias, Virginia Nucciarone, Anabella Otaviani, Leticia Scottini, Claudia Luján (lectura del texto)

El siguiente escrito es producto del trabajo realizado por un grupo de miembros de la Escuela, que aceptamos reunirnos en torno a esta tarea tras la convocatoria abierta presentada desde la Comisión Directiva y el Cartel de Extensión.
Partimos de una invitación al debate que leemos en el argumento en el que se sostiene este Coloquio.
“¿A qué llamamos «castración» y «alteridad» en la actualidad, y qué impacto tienen en el malestar de nuestro tiempo?”

Agregamos, ¿Qué lugar tiene el sujeto en este “nuevo mundo” que se nos presenta?

Los tres significantes que se recortan del título de este coloquio -“Malestar, castración, alteridad”-, oficiarán de guía a lo largo del desarrollo para intentar responder a la pregunta de qué lugar al sujeto y sus invariantes.
Acordamos con que los analistas, y el psicoanálisis, no deben estar ajenos a la “subjetividad” de la época en la que desarrolla su práctica, pero es importante no extraviarnos en la demanda que presenta lo epocal, la rapidez y la eficiencia de la eliminación del síntoma, sino que sería conveniente orientar la pregunta en torno al discurso del Psicoanálisis, y sus invariantes.
No podemos negar cómo ha impactado en todos nosotros, en nuestras vidas y en nuestras relaciones los avances científicos, tecnológicos, sociales…pero la clínica nos demuestra que hay algo estructural que permanece invariable.
Algunas presentaciones clínicas nos interpelan, nos sacan de la zona de zona de confort, nos ponen a pensar.

Orientados por la política del psicoanálisis, que es la política del síntoma, avanzamos en estas preguntas.
¿Cómo se presenta el malestar en estos tiempos?
¿Qué pasa con la pulsión? ¿Qué pasa con el cuerpo? ¿Cómo se presenta el goce? ¿Cómo atañe al lazo social?

El malestar y el goce forman parte de la existencia humana, son asuntos del cuerpo. Hablar implica gozar. Sucede que el goce no se puede domesticar, no es algo que se pueda eliminar; tampoco se puede desatender. Es parte de la vida y de la cultura. Freud conceptualiza con la pulsión de muerte cómo la repetición significante traumatiza y engendra goce. Por el hecho de hablar habitamos un mundo donde el goce despierta a la vida.
El psicoanálisis intenta producir una escritura de ese goce; otros discursos pretenden dominarlo, normativizarlo; mercantilizar los cuerpos y los goce; catalogar con etiquetas o nomenclaturas el padecimiento subjetivo.
¿Qué goces en la era digital? ¿Nos encontramos ante un reordenamiento pulsional?
En principio debemos atender que el sujeto nada tiene que ver con el individuo, con lo indiviso que proponen otros discursos.
Orientarnos por el discurso del Psicoanálisis implica al sujeto en su determinación inconsciente, en su relación al goce, en su intento de realización en el fantasma. Nada tiene que ver con el individuo de la ciencia, no es “Uno”; el sujeto todo el tiempo se está corriendo del arco del “Uno” No se puede hacer un manual diagnóstico del sujeto.
Invariantes estructurales que son el soporte de nuestra práctica, es lo que nos orienta y disminuye los riesgos de extravío.
Falo, castración, Nombre del padre, Complejo de Edipo... represión, renegación, forclusión-, nos permiten permanecer en una práctica que posibilita la introducción del sujeto en el campo del deseo.

En la clínica, ese entramado singular del sujeto es a descifrar, por eso preguntamos, por eso indagamos, no damos “tips”. Es condición necesaria el despliegue de la palabra y la escucha de esa singularidad del síntoma en la dirección de la cura.
¿Cómo se juega la castración, -o su rechazo- en cada quién? ¿Qué efectos produce en el lazo social?
La operación de transmisión del significante del Nombre del padre siempre es fallida, por estructura, pero ¿cómo vemos aparecer esa falla en el caso por caso? ¿Cuáles son las chances de que ese significante se inscriba en la estructura? Es algo que debemos investigar en lo singular de cada sujeto.
La inscripción de la castración en la estructura, efecto de la operación de la función paterna, hace posible la alteridad; “…permite encontrarnos como pares, en el respeto de la imparidad más radical”1
Ese movimiento del malestar a la alteridad no es sin la castración. El otro es otro radicalmente diferente, y eso se juega en el lazo social posibilitando mejores o peores enlaces.
Durante el tiempo de hechura de este trabajo nos encontramos con una frase: “Hay que tolerar la castración”
Este significante “tolerar” nos interpela, remite a otros significantes, se arma una cadena: Tolerar, soportar, soporte, estructura. Del “tolerar”, pasamos al soportar (o al soporte). La clínica psicoanalítica es un real a soportar, nos dice Lacan.
“Tolerar” podría pensarse como un acto consciente, un “llevar con paciencia”; el “soporte”, en cambio, lo pensamos como un hecho de estructura, sostén de la estructura. La tolerancia devendrá por añadidura, en todo caso, en el trabajo de un análisis.
El soporte es el andamiaje del lenguaje; la estructura discursiva que soporta un real que, en tanto dimensión del decir, conlleva lo más singular del sujeto: su deseo. El deseo es el contrapunto del Principio del Placer; sostener el deseo implica una renuncia al goce. Allí ubicamos otra invariante.
Del malestar al soporte, del soporte a la tolerancia, de la tolerancia a la alteridad.

Nos preguntamos: ¿Por qué nos reunimos en la Convergencia? ¿Por qué se nos hace necesario este movimiento?
¿Nos es un encuentro con la alteridad? ¿No es acaso también “soporte” de un trabajo? ¿no es la Convergencia soporte del Discurso del psicoanálisis, al mismo tiempo se sostiene en él?
Durante la pandemia nos servimos de otros soportes para seguir encontrándonos, fueron soportes tecnológicos propios de nuestra época, pero sin el deseo de cada quien, sin el sostén de los dispositivos de trabajo, sin las transferencias de trabajo, no hay movimiento.
Convergencia no es una agrupación de instituciones, no es una supra-institución, no se sostiene en una estructura piramidal, se sostiene en el deseo de cada quien en torno al psicoanálisis; y los diferentes dispositivos que nos damos para llevar adelante el trabajo.
Convergencia es un movimiento cuya orientación es el Discurso del Psicoanálisis; apostando al deseo y la otredad, al encuentro con lo semejante, lo prójimo y lo diferente. Una apuesta a causar -airear- el deseo, con nuevas formas creativas. La alteridad se juega en la escucha respetuosa del entramado del otro, que es otro; enlazado a las transferencias de trabajo que en esos lazos se establecen. Es necesario seguir re-creando el deseo en torno al psicoanálisis, dado que es un discurso necesario.


1 Referencia al Acta de Fundación de la Escuela Freud Lacan de La Plata.

Diálogos

Imagen dialogos
Ilustración: Una danza en Saturno de Daniel Carter Beard

¿Qué podrías decirnos de las presentaciones clínicas donde dificultades relacionadas al yo, la imagen y/o el cuerpo vehiculizan la consulta?

por Walter Echeveste · echeveste62@gmail.com
Miembro fundador y Director de la Escuela Freudiana de Mar del Plata (EFmdp)

En las mencionadas presentaciones clínicas la complejidad reside en poder ubicar el lugar de lo imaginario en la estructura simbólica.
Lacan en el texto “La tópica de lo imaginario” comenta que nada puede comprenderse de la experiencia analítica, sin aludir a los tres términos, lo imaginario, lo simbólico, lo real y el intercambio recíproco con el que se presentan en un caso.
Siempre es oportuno reiterar que el cuerpo, para el psicoanálisis, no es una referencia en sí misma, ya que no tendríamos acceso al cuerpo, si no fuese porque hablamos. Y una vez que el cuerpo entra al lenguaje, sólo vamos a poder tener la llave de acceso y el discernimiento de los síntomas por la palabra.
Es por el lenguaje que el ser hablante va a ir haciendo lugar en lo simbólico, pero con la imposibilidad de poder decirlo todo y recubrir lo real.
Es probable que, una característica en estas demandas de tratamiento, sea la dificultad para poder decir, dificultad que se traslada al cuerpo como lo no simbolizado.
No obstante, ubicarnos en la escucha analítica, implica no ir más allá de lo que hay en el discurso del sujeto.
Esto me hace pensar que no es conveniente suponer lo que no está dicho y que las condiciones de un análisis hay que crearlas con un trabajo orientado hacia la puesta en juego de la regla fundamental: “Diga todo lo que acude a su pensamiento”
¿Por qué? Bueno, porque un cuerpo se efectúa por el significante. Hablar es producir significantes y es la posibilidad de que pueda advenir un sujeto.
El sujeto depende del significante, en tanto es el significante, lo que está en primer lugar en el campo del Otro. Esta es la razón por la que para el psicoanálisis el discurso es el soporte del cuerpo.
Lacan plantea que el sujeto no nos dice esta palabra que porta una verdad solo con el verbo, sino con su propio cuerpo. Una palabra que él, el sujeto, ni siquiera sabe que emite como significante, porque siempre dice más de lo que quiere decir y porque siempre dice más de lo que sabe que dice.
A partir de Lacan para entender la subjetividad de la época, necesitamos pensar el malestar como goce y la cultura en términos de lazo social.
El goce es un exceso que proviene del corazón de la falta y, por lo tanto, no hay goce sin castración. Hablar implica una privación de goce, pero a la vez el hecho de hablar se tiñe con la recuperación de un goce.
Es en el síntoma que se pone en juego algo más, el plus de goce, que es el testimonio de la pérdida de goce y una magnitud que busca la equivalencia de “eso” perdido. Considero que la apuesta en nuestra praxis equivale a intentar constituir un síntoma allí donde hay un goce, o constituir un síntoma allí donde el principio del placer no alcanzó a poner límite a ese goce.


por Liliana Donzis · lilidonzis@gmail.com
Miembro de la Escuela Freudiana de Buenos Aires ( AE - AME) Fundadora de Reuniones de Psicoanálisis Zona Sur

Narciso era un hermoso joven que despreciaba el amor. Con esta frase Pierre Grimal en su libro Mitología Griega y Romana inicia su relato sobre el apuesto griego cuya belleza no impidió los sufrimientos que inspiró.
Cuando nació Narciso sus padres consultaron a Tiresias, el adivino, quien predijo que el niño viviría muchos años si no se contemplaba a sí mismo.
El joven que no podía amar era asediado y buscado por mujeres y hombres, pero Narciso despreciaba o trataba con indiferencia a quienes se le acercaban con mirada deseante.
Eco no logró que Narciso le brinde sus favores, la ninfa cuya voz repetía la última sílaba de lo dicho entristecida se retiró a una isla, anoréxica poco a poco fue perdiendo cuerpo y presencia hasta el límite de su cuasi desaparición. De Eco solo quedó una voz lastimera que retumba en soledad.
El joven en cierta ocasión se miró largamente en un estanque y quiso besarse a sí mismo, hasta que cayó en el pozo de agua que le hacía de espejo, y se ahogó en el deleite que conllevaba su imagen.
¿Qué le falto a Narciso para poder amar?
Freud instituye un nuevo acto psíquico para establecer la instancia yoica a partir del mito de Narciso, teniendo en cuenta las investiduras libidinales propuso un enlace afectivo con el semejante. La madre nutriz marca el derrotero del amor propio y al objeto. El amor narcisista es fusional, tiende a la completud, se hace uno con el otro. Conlleva exigencias cuyo incumplimiento puede dejar devastado al yo, el duelo y la melancolía son su ejemplo.
Asimismo la primera unidad de cuerpo se produce concomitantemente con la instancia yoica, es en esta operación psíquica que se organizan las pulsiones.
El yo sitúa un pasaje desde el autoerotismo al cuerpo que se mapea en una geografía demarcada en las zonas erógenas y las fuentes pulsionales.
Ahora bien, las operaciones mencionadas por Freud son retomadas por Lacan quien desde sus primeros trabajos destaca la experiencia del espejo en relación a la mirada del Otro. Emergencia que no es sin la entrada en el lenguaje.
Lacan retoma el concepto freudiano del yo inicialmente en calidad de superficie y reflejo en el cual la mirada ocupa un rol fundamental formadora de la imagen que en calidad de percepción y reflejo se transforma en la encarnadura del cuerpo.
En su avance teórico y clínico será en el Seminario de 1961, La Angustia en el que culmina de presentar de modo definido la imagen virtual que se constituye en el pasaje por el espejo y conlleva un vacío, el objeto a guardado en el paréntesis de la imagen, i’(a), es así que el objeto a impacta como un vacío propicio para el amor, que ya no es fusión sino que está atravesado por la falta, por la castración.
El Uno de la fusión narcisista, según mi criterio, colabora en la producción de un primer enlace Imaginario-Simbólico, que constituye el yo ideal como también instituye la representación mental. En los bordes del cuerpo se sitúa lo íntimo del Otro, el sujeto puede pasar de lo íntimo del Otro a lo éxtimo.
Lacan comenta que el niño más amado es, inexplicablemente, el que la madre deja caer. La caída que devendrá falta es un factor imprescindible para la constitución del lazo social y del amor en sus diferentes dimensiones.
El amor requiere de la incompletitud, en esta reside su posibilidad de concreción, siempre fallida.
El sujeto busca en el partenaire la falta aun cuando guarde la creencia imaginaria de la completud del ser amado. Poseer lo buscado, el objeto a, es asimismo el porvenir de una ilusión.
¿Es muy osado plantear que la imagen reflejada en el estanque, en la que lo especular sin falta de Narciso es la imagen real que no culmina de transitar a la virtual por su carencia del objeto a? Narciso se confunde con el reflejo del semejante , se inclina hacia él pero falta la falta.
Las cosas del querer no son sin las operaciones del narcisismo, he ahí su vigencia, siempre y cuando anide en él la castración. En ocasiones el atravesamiento por un psicoanálisis, es lo que permite en su pasaje por la castración dar lugar al nuevo amor.


por Virginia Nucciarone (AME) · vnucciarone@yahoo.com.ar
Miembro fundador de la EFLA

Agradezco al Cartel de Publicaciones por la invitación al diálogo. Una convocatoria en cuyo fundamento se aloja una pregunta que coloca en el centro el valor de la práctica clínica psicoanalítica y el deseo del analista. Praxis de lo real que implica una orientación lógica “no-todo”. Dirección de la cura, una por una y en su singularidad.

Estas presentaciones clínicas representan un gran desafío y una apuesta ética. En la dimensión real-imaginaria de estas consultas se enraíza para el analista la pregunta por la gravedad del caso y su reverso el acto analítico. Se trata de sujetos que llegan al consultorio traídos por un familiar o derivados por un tercero, pocas veces lo hacen espontáneamente. Acuden aquejados y afectados, sumidos en un dolor de existir crónico y un profundo sufrimiento. Requieren tiempo y cautela para que se arme una pregunta y se instale una demanda analítica en transferencia, dando lugar a lo que llamamos propiamente la dimensión sintomática.

Hoy los psicoanalistas asistimos a una amplia gama de modalidades clínicas donde se presentan dificultades en relación al yo, la imagen y/o el cuerpo. Por ejemplo: desbordes pulsionales, ingestas excesivas o restrictivas de alimentos, consumo desmedido de sustancias tóxicas. Cuerpos ofrecidos como superficie de inscripción de un goce que no se liga a la palabra, autolesiones reiteradas, fenómenos psicosomáticos, afecciones autoinmunes, sensación de despersonalización, entre otras. Son pacientes que incluso llegan a poner en riesgo su vida.

En ocasiones, el sujeto monta escenas dirigidas a la mirada del Otro, muestra de acting out en acting out lo que no termina de inscribirse con eficacia en el proceso de estructuración psíquica: letra -φ (falta imaginaria de una falta simbólica), canal de caída del objeto a. Se constata el desfallecimiento de funciones estructurales y estructurantes de los Otros primordiales, peculiares fallas en la función materna (libidinización y sostén) y paterna (operación de castración y significación fálica). Bajo estas coordenadas se habilita un goce que parasita al sujeto, sin ley ni letra que oficie de borde. En este punto, retomo la pregunta que inicia esta conversación y recorto la palabra “dificultades” para aludir a la complejidad de su abordaje y avanzar en estas reflexiones. Asimismo, se producen dificultades en las operaciones lógicas alienación-separación, el sujeto no logra estar representado entre significantes y el objeto a no funciona como causa deseante. Por ello, acontecen alteraciones en la constitución del narcisismo, piedra angular del andamiaje fantasmático.

En estos tratamientos el analista inventa nuevas estrategias, un deseo se recrea y la eficacia del psicoanálisis se renueva. La forma clásica del dispositivo analítico se subvierte, se crea un espacio cuya estructura de red brinda sostén y cuerpo. Se avanza en la construcción de la trama significante para bordear un real. Un imaginario se organiza, efecto de un real-simbólico que lo anima. Las intervenciones apuntan a sostener desde lo imaginario y a alojar desde lo real, sin dejar de maniobrar con lo simbólico. La estructura del parlêtre se sostiene en el anudamiento de estas tres dimensiones RSI.

Para concluir, estos análisis funcionan siempre que se logre reconstruir la novela familiar, reanudar el tejido de identificaciones edípicas y a(r)mar una nueva trama. La apuesta se sostiene para que el sujeto se efectúe, se redistribuyan sus goces y sea posible una existencia deseante menos sufriente. Por el deseo del analista un acto de escucha deviene lectura y escritura, y el psicoanálisis demuestra allí su eficacia.

Trabajo de escuela

Imagen trabajo
Ilustración: La metamorfosis del sueño de Grandville

De los obstáculos en la clínica al síntoma. El cartel como práctica de Escuela

por Cartel de Clínica · carteldeclinica@efla.com.ar
Jesuán Agrazar, Lisandro Inclán, Nadia Rusconi, Tomás Garcia, Virginia Vigo, Más Uno: Cazeaux, M. Amalia

En la Proposición del 9 de octubre de 1967, Lacan introduce la invención de un nuevo dispositivo: la Escuela. No se funda sobre una estructura institucional previa, sino sobre una necesidad ética y política, inseparable de su modo de transmisión. El acceso a la Escuela se da a través de una estructura inédita: el cartel.
La visita de José Zuberman a nuestra Escuela relanzó una pregunta fundamental: ¿qué es hacer Escuela? Su conferencia fue un acontecimiento de transmisión que abordó cuestiones centrales sobre el trabajo analítico, destacando que fundar una Escuela no es crear una institución al modo universitario, sino formalizar una práctica que mantenga el psicoanálisis en acto, en tensión con lo real. Desde allí, nos orientamos en una lectura que reafirma la función del cartel como órgano de base en la formación del analista, con efectos tanto en intensión como en extensión.
La Escuela, distinta de cualquier institución, aloja una práctica orientada por el deseo del analista y el trabajo con el síntoma como causa. Es una política que enlaza ética y acto, donde el síntoma no se corrige, sino que se escucha como posibilidad de invención. El cartel, más allá del grupo, permite formalizar el malestar sin suturarlo, haciendo del no-saber un motor clínico y de formación.
El cartel introduce una lógica del no-saber, una elaboración sostenida en el agujero. Lacan subraya que el cartel introduce un corte con la masa, evitando la lógica gregaria. Su estructura mínima —tres más uno, hasta cinco integrantes— gira en torno al más-uno, que no dirige ni coordina, sino que sostiene la hiancia entre saber y verdad. Su función es provocar, extraer y mantener abierto el campo del trabajo. No encarna el saber, sino que opera como soporte de la falta. Resiste toda clausura del saber, y permite alojar la causa del deseo del analista.
Desde esta ética, la del deseo, renovamos las preguntas que orientan nuestra práctica: lo que se presenta como obstáculo —lo que resiste, tropieza o se repite— no debe clausurarse, sino ser interrogado en tanto formación del inconsciente. De los obstáculos al síntoma: ese es el recorrido que el cartel posibilita, para formalizar lo que, desde lo real, insiste.
Durante el año 2024, el cartel de clínica trabajó Los obstáculos en la clínica, en articulación con el cartel anterior, que trabajó sobre El análisis del analista. Bajo la modalidad de conversatorio.
En esta oportunidad, nos encontramos trabajando para llevar adelante, el jueves 28 de agosto, una actividad destinada a compartir los efectos de dicho trayecto. Actividad que titulamos: “De los obstáculo en la clínica al síntoma - Las formaciones del inconsciente”. Nos proponemos continuar con la modalidad de conversatorio y trabajar sobre la producción del síntoma en análisis. En la Proposición del 9 de octubre de 1967, Lacan afirma: “Al comienzo del psicoanálisis está la transferencia”. Esta formulación orienta nuestra lectura sobre la política del psicoanálisis, donde la transferencia no solo inaugura la experiencia analítica, sino que se articula con el síntoma como aquello que hace borde al saber y motoriza la dirección de la cura.

Espacio de Arte

por Febes Lucero, Andrea Silvapobas, Silvana Tagliaferro, Laura Vellio · espaciodearte@efla.com.ar

“En una obra de arte, el artista compone el espacio y el tiempo, alrededor de un vacío”. Romina Scordino1 Comenzamos la propuesta del Espacio de arte preguntándonos por el espacio y el tiempo en la escena analítica y en el arte. Recorrimos tres nociones que atañen a la escena analítica: Montaje, collage, performance anudados por un cuarto término: ficción, dando cuenta de cómo el psicoanálisis se sirve del arte, su proximidad.
Arribamos a una Mesa Redonda que aperturó y relanzó nuevos interrogantes. Contamos con la presencia de dos queridos miembros de la escuela: Romina Scordino y Anabella Ottaviani, junto a dos referentes de la Facultad de Artes, UNLP: el decano Daniel Belinche y la docente de Artes visuales Flavia Tersigni quienes generosamente ofrecieron sus articulaciones desde sus disciplinas.
El devenir del trabajo nos convoca a pensar, otra vez, en las cuestiones del Espacio habitado por el hablante, sus tres dit-mensiones que se llaman Real, Simbólico e Imaginario. Espacio, dirá Lacan en Les non dupes errent, que la topología elabora sostenida en una lógica de triplicidad y vecindad. Un espacio que abandona la medida por un espacio topológico consistente y sensible2.
Espacio, superficie, escena se tornaron eje de investigación. Considerando que la otra escena, es una realidad discursiva que cohabita al sujeto. Al decir de Anabella Ottaviani: Escena proviene de skene, choza. La skene era una modesta edificación ubicada frente al público y permitía ocultar a los actores, así como realizar el cambio de vestuario y máscaras. Una choza- mansión. O sea que originalmente, la skene era el espacio oculto.3 Obstrescene a la que el trabajo analítico ofrece otra estética.
Al momento propusimos dos Muestras de arte. Cada una a su tiempo como una intervención nos permitieron acompañar, una en la apertura de la Propuesta de Enseñanza con Alejandro Facuse. Y la segunda, como intervención en las Jornadas de Escuela 2025 y dando anuncio a la actividad porvenir del espacio de arte, TOPOGRAFIAS de Pablo Morgante. A quienes agradecemos.
Actualmente nos encontramos trabajando en un Taller: Topología en la clínica y en el arte. Sirviéndonos de algunas obras en las que el artista abre camino al analista con su saber-hacer.Tomando una superficie topológica cada vez: Banda de Moebius, Toro y Cross-cap, fuimos mostrando desde algún material clínico o efecto artístico el trabajo con nociones como corte, torsión, retornamiento. Operaciones clínicas que requieren de un esfuerzo de formalización y que la maleabilidad y flexibilidad del espacio topológico nos permite.
Agradecemos la convocatoria y participación de la escuela en cada actividad propuesta, y continuamos sosteniendo estos interrogantes como causa en el trabajo de concluir.


1 Texto presentado en la Mesa redonda Espacio y Tiempo en la escena analítica y en el arte, Efla 2024.
2 Lacan RSI, Clase 10 de diciembre de 1974.
3 Texto presentado en la Mesa redonda Espacio y Tiempo en la escena analítica y en el arte, Efla 2024.

Escrituras acerca de la permanencia en la Efla

por Cartel de Entrada y Permanencia · carteldeentradaypermanencia@efla.com.ar
Cristina Borda, Flavia Martin Frias, Silvina Naveiro, Romina Scordino

¿Es la escuela un refugio al malestar en la cultura? ¿Cómo nos trabaja la permanencia?
Pregunta que pusimos a trabajar en la actividad que realizamos sobre fines del año pasado en la Efla. En el primer encuentro “La permanencia en la escuela. Efectos de lo imaginario”, miembros y participantes de la escuela, nos ofrecieron sus decires acerca de la permanencia. En el segundo, “Escrituras acerca de la permanencia en la Efla”, tres cronistas retomaron lo producido para ofrecer una lectura posible, que compartimos en este escrito.
La permanencia en la escuela no va de suyo, sino que es necesario hablarla, cuestionarla, estimularla, agujerearla y así hacerla emerger, despegándola del imaginario. Si bien no desconocemos que el imaginario es necesario, a veces se torna aplastante.
¿Es lo mismo permanecer que pertenecer? Si bien todos pertenecemos a la escuela, la permanencia es de cada uno. Entonces ¿Qué lugar para la diferencia?
Al decir de Amalia Cazeaux, “La diferencia rompe con lo mismo, con la creencia de igualdad, también con la idea de totalidad, produce ruptura de la captura imaginaria que en los grupos puede aparecer. ¿Se toleran las diferencias?...La permanencia en la efla es del orden de la experiencia, se hace en el recorrido, en el trayecto, leyendo el modo en que se ha estado pasando por diferentes lugares. Es una invitación a tomar la palabra y decir de ese trayecto singular…. La escuela no está garantizada, hay que producirla en el marco de los dispositivos. La escuela funciona como un espacio que requiere renovación y recreación de la falta… Es refugio si se realiza como conjunto abierto”.
Al seguir dialogando con los textos, las letras de Jesuan Agrazar nos responden así: “No hay aquí psicoanalistas, hay analizantes; mi pregunta es si eso no lo produce -en parte- el conjunto. Por lo pronto, como efectos de la Escuela en lo imaginario, me aproximo a decir que -en ella- el trabajo, los encuentros, los desencuentros, las lecturas de los obstáculos, el valor de la diferencia, la temporalidad que se plantea, sus dispositivos, las rotaciones, propician un lazo capaz de producir trama; tejido vivo, por poner en función un agujero que revitaliza, que causa, que relanza y renueva. ¿No son acaso éstos componentes de un refugio posible al malestar en la cultura?”.
Virginia Nucciarone en su lectura de lo acontecido produjo estas ideas: “La escuela como refugio ante el malestar en la cultura se configura en un espacio de tensión entre “comunidad y soledad” en cuya composición se puede leer “comunidad en soledad”. Así, la permanencia se aleja de lo que podría ser un estado de filiación, más bien promueve una suerte de “exilio interior” ¿por qué?, ¿para qué?. Se trata de hacer de la ética una unidad común alrededor de la cual se organiza la comunidad analítica. Y aquí nuevamente se renuevan las letras del acta de fundación “La formación de los analistas se anuda y fundamenta en un solo lugar posible: el análisis del analista, que es el eje ético alrededor del cual se organiza la escuela”. La escuela se sostiene en el discurso analítico que es consecuente con la hipótesis del inconsciente que soporta lo real articulado a un deseo puesto en juego en la formación de cada analista.
Es de nuestro interés, como cartel de entrada y permanencia seguir investigando sobre los modos posibles de incluirse y permanecer en la escuela para que siga vigente el objeto por el cual fue creada. En la escuela apostamos a la transmisión, ¿Se relaciona la permanencia con la transmisión? Elegimos publicar este extracto por los efectos, a nuestro entender invaluables, de habernos puesto a hablar, de producir decires que creemos indispensables para la vigencia del psicoanálisis y para que el deseo que genera el buen lazo siga persistiendo en la Efla.

¿Quién enseña hoy?

Cartel de Enseñanza por Marisa Pellejero · carteldeensenanza@efla.com.ar
María José Colombo, Lautaro Galeano, Agostina Miranda, Marisa Pellejero, Laura Skliar, Evangelina Spagnolo

Este tiempo recorrido en el cartel nos ha puesto en una vuelta más, a renovar nuestro trabajo en torno a la enseñanza. Éste no ha girado alrededor de cómo enseñar un saber, sino a la posibilidad de sostener un lugar desde donde el saber pueda producirse.

Sabemos que la posición del enseñante se aleja de la figura del profesor, quien es el que imparte lo que sabe; pero entonces ¿Cómo cernir de qué se trata en la enseñanza?
Lacan nos habla de una función estructural de ésta cuando en su escrito Alocución sobre la enseñanza, insiste en que no se trata de tener un saber y comunicarlo, sino de dar acceso a un discurso. Nosotros podemos decir que “enseñante” sería un modo particular de relación con lo que no se sabe, una posición particular ante el deseo.

La interrogación por la enseñanza, la propuesta de formación puesta en acto por el cartel, tuvieron más bien una lógica de montaje: fragmentos, recortes, lecturas no unificadas, reflexiones de los enseñantes efecto de su trabajo. Una enseñanza hecha de retazos en línea con lo que Lacan llama collage, en el seminario 10 cuando dice que su propio discurso, más que una doctrina se ofrece como un conjunto de fragmentos dispuestos para que cada uno lo lea, según su relación con el deseo. No se trataría de que todo encaje, sino de que algo enlace, haga serie.
Creemos que si hubo enseñanza, si algo pasó en este tiempo, fue bajo esa forma, la del collage. Lo heterogéneo, lo que se organiza sólo por la vía del trabajo que cada quien emprende allí. Modo que horada las mínimas invariantes, reglas o propuestas hechas por el cartel y que sólo obraron para ser profanadas, en la buena acepción de esa palabra, como se profana el sentido cuando el deseo nos conduce.
La enseñanza entonces no como contenido, sí como un lugar donde el saber pueda producirse y alojarse. Y ese lugar no es algo dado: se construye, se sostiene, se interroga. Se perfora también.
Este texto también es un collage, fragmentos de Lacan, ecos de su discurso, recortes hechos desde una lectura de trabajo. No pretende enseñar, sino bordear en la escritura misma, el lugar desde el cual algo pueda continuar articulándose. Enseñar quizá fuera hacer oír algo que no se dice todo, pero insiste.
En eso andamos.

Cartel de Biblioteca

por Melina Consiglio, Cintia C. Frey, Noelia Gravagna, Belén Orsatti · carteldebiblioteca@efla.com.ar

En el curso de éste año, realizamos actividades en nuestra institución, como así también actividades que implicaron lazos con otras instituciones amigas.
Participamos de la segunda Edición de la Feria del libro de Editoriales en Psicoanálisis realizada en la EFBA en el mes de mayo, acercando los tres libros de la Editorial de nuestra escuela. También asistimos de modo virtual a la presentación del libro de Alba Flesler: “Niños y adolescentes ante lo Real de nuestro tiempo”, en la cual nuestra compañera de escuela Amalia Cazeaux, fue una de las presentadoras.
En nuestra escuela, realizamos una actividad abierta sobre Adolescencia y actualidad, inspirada en la popular serie británica Adolescencia, de Philip Barantini. En la misma, se trabajó sobre los factores coyunturales en la actualidad en los cuales se despliega la adolescencia. Cómo la inmediatez y la exposición que proponen las redes sociales en éstos tiempos, pueden ser factores que incidan en la salida exogámica y el sellado fantasmático en las presentaciones actuales? Los comentadores invitados fueron compañeros de nuestra escuela: Anabella Ottaviani, Virginia Nicciarone, Sandra Alderete y Lisandro Inclán. La actividad fue concurrida, con un fructífero intercambio y resonancias enriquecedoras, que relanzan el trabajo de cartel.

Lazo social y Dispositivos de escuela

por Secretaría de Carteles · secretariadecarteles@efla.com.ar
Daniel Paratore, Alejandra Di Nubila, Laura Vellio

“...Quien escribe se somete a la ley del lenguaje, trae la luz de donde no la había, aprende lo que ya sabía y queda olvidado. La única salida del destinado a escribir es su obediencia a la necesidad, a la espera de un goce inaudito que será la palabra encontrada, recobrada. El acto de escribir mira hacia atrás, recupera algo del pasado, no es almacenamiento, sino que invita a elegir un blanco. La escritura intensifica el presente. Leer con otros apunta hacia el porvenir, lectura de los efectos como formalización de lo que escapa y deja marca…”1
Pascal Quignard.

Entrar en función en la Secretaría de carteles y grupos, nos llevó a emprender un recorrido, tomando las marcas de las dos gestiones que nos antecedieron . Nos fue necesario hacer lectura, y en ese andar, circunscribimos directrices que orientaron el trabajo.
Nos interrogamos por el modo de enlace entre analistas en la escuela, en los dispositivos de cartel y de grupo.
Pensar el modo de enlace, es una apuesta de lectura que nos entusiasma y nos permite escriturar nuestra práctica.
Las jornadas como puesta en acto del trabajo con otros, forman parte del entramado del lazo social de los analistas en la Escuela. Un dispositivo a partir del cual la Secretaría, hace pasar las producciones de cartel y de grupo, cuyos efectos se dan a leer.

Las Jornadas y sus efectos, dieron lugar a:
Durante el año 2024, la Secretaría organizó tres actividades:
1- Ecos de Lectura de dispositivos de carteles
2- Ecos de Lectura, de dispositivos grupales
3- Jornada de Carteles 2024

Estas actividades que dimos en llamar: “Ecos de lectura”, dieron lugar para una vuelta más en la producción y transmisión. Propiciando nuevas lecturas de las producciones escritas, en un tiempo de a posteriori.
La jornada como puesta en acto del trabajo con otros, ofrece la ocasión de hacer una lectura, de trabajo de los dispositivos de carteles y grupos.
Los efectos de lectura de las jornadas nos remiten a la interrogación de lo escrito, a encontrar el punto de repetición, y una apuesta a la interlocución. El respeto por lógica del enigma, motoriza nuestro trabajo desde la Secretaria, propiciando la circulación de la función deseante en los dispositivos.
En el presente año 2025 la Secretaría de Carteles, organizó un Conversatorio acerca de los grupos orientados al efecto sujeto.
La Secretaría, transferencia de trabajo mediante, propicia la puesta en acto de la producción de los carteles y grupos, posibilitando la transmisión en la escuela.


1 Pascal Quignard.L El Nombre de la Punta de la Lengua. InterZona editora. Buenos Aires, 1ed, 2022.

A quince años de la Revista Moebiana

por Cartel de Publicaciones · carteldepublicaciones@efla.com.ar
Carolina Gamaler, Sandra Iribarne, Mariana Piombo, María Beatriz Pagano. Más Uno: José Zuberman.

El pasado mes de abril de 2025, el Cartel de Publicaciones realizó las Jornadas Moebianas. Estas han sido producto de la labor compartida, y efecto de haber podido ubicar diversos interrogantes en relación al movimiento de “Moebiana”, al devenir de la revista, sus pasajes, sus secciones.

Desde su fundación, en el año 2004, la Escuela contó con la “Publicación de la EFLA”, de aparición periódica. En el año 2010 fue cuando se la nombró “Moebiana”. Este año la revista está cumpliendo 15 años.

Este cartel de dirección tiene como función principal difundir la producción escrita de la Escuela, publicándola. Oficiando como bisagra entre el psicoanálisis en intensión y en extensión, centrándose en el pasaje de lo privado a lo público, así como propiciando el lazo social. Entendemos entonces que la publicación es un lugar de registro. En www.efla.com.ar se puede acceder a las pestañas Publicaciones (donde se encuentran escritos de los miembros de la EFLA) y Moebiana (pudiendo acceder a otros números de la Revista).

En ocasión de estas Jornadas, nos servimos de Moebiana para reflexionar respecto de las publicaciones de la EFLA, motivadas también por la interpelación que lo epocal trae aparejado: qué decir de la experiencia de publicar-leer en formato papel y en formato digital, cómo pensar acerca de la transmisión de las letras del psicoanálisis en estos tiempos. La escuela sostiene producir la revista como uno de sus modos de publicación: qué decir también acerca de esta afirmación.
Invitamos a Rodrigo Echalecu, miembro fundador de la Escuela, quien integró el Cartel de Publicaciones en el que se hizo el pasaje de Publicación de la EFLA a Revista Moebiana. A Silvina Naveiro, miembro de la escuela, quien integró el Cartel en donde aparece por primera vez la Revista Moebiana digital. A Vanesa Silvapobas, diseñadora en comunicación visual, quien acompaña la labor del cartel, a trabajar y compartir nuestros interrogantes. A cada uno de ellos nuestro agradecimiento por aceptar la invitación.
Al abordaje y recorrido de las siguientes preguntas: ¿qué sujeto lector se produce en la era digital? ¿cómo puede producirse en la diversidad de formatos la transmisión del discurso del Psicoanálisis?, continuó un diálogo e intercambio con los oyentes, del que queremos compartirles como puntos de arribo:
la importancia de hablar de sujeto lector, y no de consumidor, en tanto la singularidad en juego es el sujeto de deseo, más allá de lo epocal.
el pasaje de la noción de formato a la de dispositivo, como armazón simbólica.

Hacemos uso de este espacio para informar que el video de las Jornadas se encuentra en nuestro canal de YouTube: https://youtu.be/VHoHRP3OhnM

Los invitamos a verlo.

Agenda segundo semestre EFLA 2025

Curso de invierno: La Clínica Psicoanalítica: Una orientación por lo real. Miércoles 6, 13 y 20 de Agosto 19.45hs. Enseñantes: Mariana Pereyra, Alejandra Di Nubila y Sandra Alderete. Actividad abierta, presencial, virtual y arancelada.

Propuesta para la formación de analistas en la EFLA. Módulo Pulsión. Comienzo Miércoles 27 de Agosto 19.45hs. Actividad abierta, presencial y arancelada.

Taller: Topología en la clínica y en el arte. Organiza Espacio de arte. Viernes 8 de Agosto 20hs. Enseñantes: Silvana Tagliaferro, Andrea Silvapobas, Laura Vellio y Febes Lucero. Actividad abierta, presencial, virtual y arancelada.

XIII Jornadas de Carteles y Grupos de escuela. Viernes 22 y Sábado 23 de Agosto. Actividad abierta, presencial, virtual y no arancelada.

De los obstáculos al síntoma. Formaciones del inconsciente. Organiza el cartel de clínica. Invitados: Rodrigo Echalecu, Paula Levisman y Cecilia Domijan. Jueves 28 de Agosto 19.30hs. Actividad abierta, presencial, virtual y no arancelada.

Presentación de trabajos Cartel para la nominación de AME. Sábado 30 de Agosto 10hs. Actividad presencial, solo para miembros y participantes.

Ciclo de Conferencias “Tomar distancia del síntoma identificarse al sinthome”. Invitada: Silvia Amigo. Viernes 5 de Septiembre 19.45hs. Actividad abierta, presencial, virtual y arancelada.

Coloquio de CERAU 2025. Comisión de Enlace Regional de Argentina y Uruguay. Convergencia, Movimiento Lacaniano por el Psicoanálisis Freudiano. Modalidades actuales del lazo social: ¿Qué lugar para el sujeto del inconsciente? Viernes 12 y Sábado 13 de Septiembre. Actividad presencial.

Conversatorio: Dispositivos orientados al sujeto. Prácticas y experiencias grupales en la actualidad. Invitada: Graciela Jasiner. Organiza Secretaría de Carteles y Grupos. Sábado 20 de Septiembre 10hs. Actividad abierta, virtual y no arancelada.

Jornadas Momento de Concluir. Viernes 26 y Sábado 27 de Septiembre. Actividad presencial, solo para miembros y participantes

Miembros


Agrazar Jesúan

221 5362900

jesuagrazar@hotmail.com

Alderete Sandra

221 5446042

alderetesandra@hotmail.com

Almeida María Clara

221 5406894

mariaclara1501@gmail.com

Balseiro Maren AE

221 4553889

marenbal@yahoo.com

Borda María Cristina

221 5431786

m.cristinaborda@yahoo.com.ar

Castagnani Magalí C.

221 5908511

magali.castagnani@gmail.com

Cazeaux M. Amalia AE-AME

221 5410473

cazeauxamalia@yahoo.com.ar

Colombo María José

221 5646321

mjosecolombo@gmail.com

Consiglio Melina

221 5471361

melinaconsiglio@hotmail.com

Consolo Roberto AME

221 5036529

consololp@gmail.com

Demitroff Sergio

221 5039164

sdemitroff@yahoo.com.ar

Di Núbila Alejandra AME

221 5346990

acdinubila@yahoo.com.ar

Echalecu Rodrigo

221 6408619

rodrigoechalecu@yahoo.com.ar

Frey Cintia

221 4596032

cinfrey28@hotmail.com

Galeano Lautaro

221 6397415

lautarogaleano605@gmail.com

Gamaler Rodríguez Carolina

221 4751108/221 5916655

carolina.gamaler@gmail.com

García E. Tomás

221 5426519

edtomasgarcia@gmail.com

Gómez Claudio

221 506 0868

gomezclaudiod@gmail.com

Gravagna Noelia

221 5085066

noeliagravagna@gmail.com

Hobler Ludmila

011 51576578

ludmilahobler@hotmail.com

Iglesias María José

221 5401191

majoigle@yahoo.com.ar

Inchaurregui Maite

221 5633073

maiteinchaurregui@gmail.com

Inclán Lisandro

221 5456397

lisandroinclan@hotmail.com

Iribarne Sandra

221 6180980

sandrairibarne03@gmail.com

Isasa Lucía

221 5228626

isasalucia2@gmail.com

Levisman Paula AE-AME

011 42527526 /011 58396217

paulalevisman@hotmail.com

Lucero Olalde Febes

221 5430633

foibe80@hotmail.com

Luján Claudia

376 640650

claudialujanar@yahoo.com.ar

Maiola Natalia

221 5733068

nataliamaiola@yahoo.com.ar

Martín Frías Flavia

221 4209531

flavia1900@hotmail.com

Martín Marina

221 6549531

marinamartin.psicologia@gmail.com

Miranda Agostina

221 5910082

psiagostinamiranda@gmail.com

Naveiro Silvina

221 5233516

silvinanaveiro@gmail.com

Nucciarone VirginiaAME

221 4203115

vnucciarone@yahoo.com.ar

Orsatti Belén

221 3040525

belenorsatti2018@gmail.com

Ottaviani Anabella

221 5414487

anaottaviani@hotmail.com

Pagano María Beatríz

221 4221688/221 4773973

te_le_ka@yahoo.com

Paolucci Fiorenza

221 5484649

fior_p@live.com.ar

Paratore Daniel Germán

221 4087555

degepe75@yahoo.com.ar

Pellejero Marisa

221 4527119/221 6022627

meipellejero@yahoo.com.ar

Pereyra Mariana

221 5567882

pereyramar_a@yahoo.com.ar

Piombo Mariana

221 5402396

maripiombo@yahoo.com.ar

Rusconi Nadia

221 6247422

nadia.rusconi@yahoo.com.ar

Sau Cinthya

221 4770963

cinthyasau@gmail.com

Scordino Romina Carla

221 4523446/221 4201104

roscord2017@yahoo.com

Scottini Leticia

221 4286315

mlscottini@yahoo.com.ar

Sigal Alejandro

221 4188736

alesigal@gmail.com

Silvapobas Andrea

221 5035188

asilvapobas@yahoo.com.ar

Skliar Laura

221 6177894

lauraskliar@hotmail.com

Spagnolo Evangelina

221 6032220

evangelina.spagnolo@gmail.com

Tagliaferro Silvana

221 4524581/221 4950493

siltagliaferro@gmail.com

Vellio Laura

221 4274365/221 5637332

lvellio@yahoo.com.ar

Vigo María Virginia

221 4773273

virginiavigo@yahoo.com.ar

Participantes


Antonella Aspiro

221 4880304

antonella.aspiro@gmail.com

Basso Diego

221 5410629

diegobasso180975@gmail.com

Dubles Gisele

221 6125458

giseledubles@hotmail.com

Ferreira Laura Mariana

221 4002971

lauramarianaferreira@yaho.com.ar

Gómez Gabriel Alejandro

221 6392505

sigmundzeit@yahoo.com

Maugeri Nicolás

221 6061589

nicolasarielmaugeri@gmail.com

Osswald Andrés

11 57071493

amosswald@gmail.com

Rave Angélica

221 53033500

angelica.rave@yahoo.com.ar

Salvatierra Andrea

221 4593916

andreasalva@yahoo.com.ar

Estructura


Comisión directiva

Presidente: Claudio Gómez

Vicepresidenta: Sandra Alderete

Secretaria: Lucia Isasa

Tesorera: Mariana Pereyra

Pro secretaria: Virginia Nucciarone

Cartel de entrada y permanencia

Cristina Borda
Flavia Martín Frias
Silvina Naveiro
Romina Scordino

Cartel enseñanza

María José Colombo
Agostina Miranda
Marisa Pellejero
Laura Skliar
Evangelina Spagnolo
Lautaro Galeano

Cartel de clínica

Lisandro Inclán
Virginia Vigo
Nadia Rusconi
Tomás García
Jesuán Agrazar


Cartel de publicaciones

María Beatriz Pagano
Carolina Gamaler
Sandra Iribarne
Mariana Piombo
Más uno: José Zuberman

Cartel de biblioteca

Melina Consiglio
Cintia Frey
Noelia Gravagna
Belén Orsatti

Cartel de extensión

Roberto Consolo
Leticia Scottini
Anabella Ottaviani

Secretaría de carteles

Alejandra Di Núbila
Daniel Paratore
Laura Vellio


Secretaría de enlace, difusión y redes

Andrea Silvapobas
Anabella Ottaviani

Espacio de arte

Silvana Tagliaferro
Laura Vellio
Andrea Silvapobas
Febes Lucero Olalde

Espacio editorial

Paula Levisman

Cartel de pase

Maren Balseiro (AE - EFLA)
Amalia Cazeaux (AE - EFLA)
Clelia Conde (AE - 1997-2000 EFA)
Guillermina Díaz (AE - EPSFros)
Paula Levisman (AE - EFLA)
Analía Meghdessian de Nanclares (AE - EFBA)

Cartel para la nominación de AME

Silvana Tagliaferro
Rodrigo Echalecu
Sergio Demitroff
Cristina Borda
Más Uno: Claudia Biondini. AE - Seminario Freudiano de Bahía Blanca

  • Carteles de escuela
  • Grupos de investigación
  • Grupos de convergencia

Cartel: La invención del espacio

Integrantes: Cinthya Sau, Flavia Martín, Tomás García, Maria José Iglesias, Sandra Iribarne.
Más uno: a designar.

Cartel: ¿Qué tiene para decir el Psicoanálisis sobre lo político?

Integrantes: Magalí Castagnani, Lautaro Galeano, Angélica Rave, Nadia Rusconi.
Más uno: Ernesto Vetere.

Cartel: Sublimación, Creación y Sinthome

Integrantes: Sandra Alderete; Mariana Pereyra; Laura Vellio.
Más uno: Liliana Donzis.

Cartel: Lo extimo

Integrantes: Sandra Alderete; Laura Vellio; Silvana Tagliaferro.
Más uno: a designar

Cartel: El Psicoanálisis en instituciones

Integrantes: Andrea Silvapobas; Lucía Isasa; Natalia Maiola; Lautaro Galeano; Diego Basso; Daniel Paratore.
Más uno: a designar

Cartel: ¿De un discurso que no sería del semblante?

Integrantes: Febes Lucero, Carolina Gamaler, Maren Balseiro, Rodrigo Echalecu.
Más uno: a designar

Cartel: ¿Parejas?

Integrantes: Laura Vellio; Agostina Miranda; Paula Levisman; Claudia Luján; Maren Balseiro.
Más uno: a designar

¿Qué ofrece el Ulises de Joyce como aporte al psicoanálisis?

Integrantes: Jesuán Agrazar, Carolina Gamaler.
Coordina: Anabella Ottaviani

Grupo de trabajo: La ética del psicoanálisis

Integrantes: Olga Cuadra (EFBA), Ana Dekmak (EFBA), Andrea Silvapobas (EFLA), Leticia Scottini (EFLA).

Grupo de trabajo: ¿Qué es el saber- hacer?

Integrantes:Liza Alberdi (Lazos), Adrián Dambolena (EFBA), Silvana Tagliaferro (EFLA), Ernesto Vetere (Lazos).

Grupo de trabajo: El Espacio de los niños

Integrantes: Alba Flesler (EFBA), Eduardo Feinsilber (Mayéutica), Sonia Canullo (Mayéutica), Estela Durán (EFBA), Amalia Cazeaux (EFLA).

Grupo de trabajo: Fantasma y Repetición. Los tiempos del sujeto

Integrantes: Omar Alzogaray (GPT), Marisa Martínez (EFBA), Adriana Canteros, Leticia Scottini (EFLA), Benjamín Domb (EFBA).

Grupo de trabajo: Nota a los analistas. Un saber que se inventa

Integrantes: Amalia Cazeaux (EFLA), Susana Splendiani (EPSF-Ros), Alejandra Rodrigo (EFBA), Gabriela Núñez (EFA).

Grupo de trabajo: La posición ética del psicoanalista

Integrantes: Marcelo Edwards (FEP), Claudia Luján (EFLA), Alejandro Pignato (FEP), Lucía Pose (FEP).

Grupo de trabajo: Cuerpo y lazo social

Integrantes: Maren Balseiro (EFLA), María Cristina Borda (EFLA), Celia Caminos (Lazos), Rodrigo Echalecu (EFLA), Daiana Kratzer (Lazos), Cinthya Sau (EFLA), Carola Yanniccari (Lazos).

Grupo de trabajo: Interrogando al amor

Integrantes: Andrés Barbarosch (EFA), Paula Levisman (EFLA), María Rizzi (Mayéutica), Javier Sielecki (EFBA).

Grupo de trabajo: Entre Lenguas

Integrantes: Alejandro Pignato (EFP), Claudia Luján (EFLA; FEP), Ernesto Vetere (Lazos), Juan Sebastian Rosero (Dimensiones de la Psychanalyse),Mirta Eiroa, Evangelina Spagnolo (EFLA).

Grupo de trabajo: Pulsión-Narcisismo. Enlaces y desenlaces en la clínica

Integrantes: Claudia Luján (Escuela Freud-Lacan de La Plata; Fundación Europea para el Psicoanálisis. Discurso Psicoanalítico); María Beatriz Pagano (Efla), Milva Fina (Encuentro Clínico Lacaniano, Asociación Psicoanalítica Rio de la Plata), Karina Olivera (Escuela Freudiana de Montevideo), Rodrigo Echalecu (EFLA).

Grupo de trabajo: RSI, una errancia. Efectos y experiencia

Integrantes: Luís Barragán (EFMDP), Amalia Caseaux (EFLA), María Rizzi (Mayéutica), Martín Trigo (EFBA).