Moebiana74

Convocatoria

Imagen convocatoria
Fotografía: Cuerpos danzantes de Carolina Gamaler

Narcisismo y Fantasma

por Silvana Tagliaferro · siltagliaferro@gmail.com

Resulta inexcusable en la clínica psicoanalítica retornar a la noción de Narcisismo, y este retorno a Freud implica dar un paso por la formalización de la Lógica del Fantasma de Lacan, su vigencia y sus distinciones.
Es lo crucial de la clínica lo que lleva a Freud en 1914 a introducir el narcisismo. La falta de interés por el mundo, el retiro de la libido o a la inversa, la magnificencia delirante de la grandeza, surgen como presentaciones que interrogan a Freud. ¿Qué pasa en estas presentaciones donde el lazo se fractura? Tal vez no es trivial que sea a través de la megalomanía, del movimiento de retirada de la libido y del investimento infatuado, que surge el interés freudiano en lo que da en llamar el estado de Narcisismo. Hay un movimiento de investimento, siguiendo a Nacke donde el propio cuerpo es tomado como objeto sexual. Este movimiento centrípeto agrega algo nuevo al autoerotismo: el Yo, que será para Freud un nuevo acto psíquico. Lacan dirá: algo se instala como amor propio en la mentalidad.
Tomar como objeto sexual al propio cuerpo, contemplarlo con agrado, lejos de referirse a una perturbación acarrea la consideración de modalidades y presentaciones clínicas que con Freud ubican la dimensión estructurante del narcisismo. La clínica nos confronta con vicisitudes y avatares en la introducción del narcisismo, tanto en su enlace y como en su desenlace en el final de un análisis.
Los primeros pasos de Lacan por la tópica del imaginario son bastante tempranos. El sujeto para la constitución de la imagen especular tiene que articular con el Otro y el otro. Para Lacan el yo humano aparece como algo nuevo cuya función es dar forma al narcisismo, marcando el origen imaginario del yo como ilusorio. Pero no cualquier ilusión, sino que será el efecto de la operación de lo simbólico en lo real la que la produzca.
Para mostrarlo Lacan recurre a uno de los primeros gadgets de uso humano, el espejo. Un movimiento de mutación de la cabeza que se vuelve hacia el Otro apelando a su asentimiento y luego vuelve de nuevo hacia la imagen, adviniendo la imagen especular i’ (a) y el júbilo que da inicio a una sentimentalidad.
Dialéctica y torbellino ciñen el narcisismo. Porque no todo entra en el espejo, el objeto a no especular pasa a ser la reserva operatoria y libidinal. Hay una ilusión, una distorsión en que la imagen virtual se zurce a la imagen real, para estar cuerdos. En esta tensión y distancia entre una imagen y otra se organiza el marco simbólico, cuyo soporte presta el rasgo unario como antecedente primitivo, einziger zug, del falo simbólico. Habrá Uno en tanto algo resta (1-a) y esto se inscribe en el imaginario como falta: -fi.1
¿Cuánto tiempo es preciso sostener el lugar de Eco en la transferencia para que algún retorno permita salir del ahogo y de la trampa del reflejo del espejo? ¿Qué hubiera pasado si Eco no hubiera sido rechazada por Narciso?
Que la pulsión sea el eco en el cuerpo del hecho de que hay un decir, involucra un cuerpo sensible. Un cuerpo donde consuene que ese decir es un hecho. Para que haya eco, algo tiene que encontrar un muro y volver, allí en la vuelta es que el cuerpo es sensible. ¿Cómo propiciar una declinación del narcisismo que disuelva esos sentidos coagulados y opacos que afligen aguijoneando el lazo, presentaciones del dolor ya sea como efusión narcisista o como celos y agresión, manifestaciones que invocan por otro modo de decir? En el año 2021 desarrollamos junto a Sandra Alderete algunas de estas articulaciones, en el marco de un Seminario en la Efla: “Narcisismo y Lazo Social” – donde surgió un juego: narcisismos, en la pluralidad del enlace. Con gran sentido del humor y de manera lúdica Sandra acentuó el fonema Narcisismossssssszzzzz, hasta hacer sonar el zumbido del enjambre. Referencia que tomamos de la homofonía lacaniana entre essaim y S1, enjambre de S1, como significantes plurales y nuevos.
No alcanza con el mito para dimensionar el valor de esa mirada medusante en la captura narcisista. No es suficiente ver una imagen como reflejo en el espejo del estanque si no hay un Otro real que autentifique eso que se está viendo. Es condición que la pulsión arme trayecto. El sujeto encuentra al mundo como espectáculo que lo posee. Es víctima de un señuelo, i’(a). Accede al fantasma por vías erróneas. No es que no se sepa distinguir entre i’(a) y a, ya que no tienen el mismo valor, sino que es la manera de llegar al objeto a por el i’(a).
La imagen especular es la imagen lista para insertar en el fantasma. Si bien, el fantasma no es el yo ideal, en su dimensión inconsciente, se sirve del i’(a), como imagen fija y muda. Por eso, el fantasma es una frase que se muestra. No se pronuncia ni se interpreta sino que se deduce de la repetición que traza el trayecto del análisis. No sin la contingencia de aquello que irrumpe en la transferencia. Es que es lo a-versivo aquello que permite ubicar alguna versión del objeto a, eso no reconocido, del que el analista hace semblante. Tiempo crucial en un análisis, si es posible deshacer la trama de la tela a la que se estaba cautivo, se toca cierta fijación por otra fijación a lo real. El estallido de la monada del fantasma deshace la impostura de la apariencia que implicó la imagen narcisista erguida en el fantasma.
Si bien, el fantasma sostiene la realidad del deseo y el superyó es guardián de la realidad. Reducir el fantasma a una escritura, exfoliar lo imaginario, implicará escribir otra versión, una que reste masoquismo, y esto implica una père- versión que no reniegue de la falta. Una versión al padre que no sea superyoica. Otro modo de faltar.
Franquear la fixierung escópica propone una declinación del narcisismo donde lo pulsional recupere movilidad para que una voz pueda devenir y así darle otro trato estético a lo visto y lo oído.
Disolver la fijeza del ser amado para dar paso a un ex-istente es un trabajo de duelo. Esta es la tela de un análisis, hebra a hebra, que implicará dejar de sostener la existencia en el asentimiento, incluso del analista, para que asome el agujero y cobre dimensión. El deser abre a una ex-istencia, y esa existencia ya no está sujeta al Otro sino al otro como partenaire. Hasta Dante en ese recorrido ficcional que realiza llega a un momento en que tiene que despedirse de Virgilio, tiene que separarse de quien lo ha acompañado por los nueves círculos del infierno, trepado junto a él la columna del demonio, transitado el calvario del purgatorio hasta encontrar el paso a la suspensión de la pasión y un goce de la castración. No es sencillo desprenderse del ser amado.
Cuando en el apretón de manos de los dos toros de la transferencia asoma la disyunción del objeto a, se produce el franqueamiento de ese espejo cual Alicia en el pasaje del Wonderland al A través. De ese singular encuentro, esa experiencia que se llama amor, lleva a una puerta de marfil2por donde pasa Eneas, por donde Alicia descubre que sigue soñando y por donde continuamos como deseantes a la caza del Snark.3


1 Puede consultar Botánica del sujeto. Hasta que se llame amor, la ojiva del narcisismo. Silvana Tagliaferro. Ed Nocturna.
2 En La Eneida, Virgilio sitúa dos puertas. La puerta de cuerno y la puerta de marfil por donde sale Eneas que es por donde seguimos soñando.
3 L. Carroll, La caza del Snark. Cap. VIII La desaparición. Ed. Terramar, 2010.